Capítulo 44

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Narra: (Melina)

La revista

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Despierto, veo que ya es de día, siento un dolor muy fuerte en mi espalda, miro bien a mi alrededor, veo que estoy en la habitación de Michael, me siento, me doy cuenta de que dormí en el suelo, por eso me duele la espalda, bostezo, me paro, lo miro, él está dormido, veo la hora en un reloj que está en la pared, ya son casi las siete de la mañana, lo mejor será que me vaya, no quiero tener un solo problema más con Michael; arreglo mi ropa, me amarro el cabello...

Camino hacia la puerta, no puedo evitar voltear a mirarlo, me acerco a él, lo miro fijamente, parece un ángel asi dormido, me muero por besarlo pero no lo hago porque podría despertar y molestarse o peor aún enterarse de que lo amo porque lo besé, ¿si tan solo supieras cuanto te amo? ¿si tan solo lo supieras?, quizás dejes de odiarme y lastimarme》Le hablé en voz baja.

Estoy llorando, una lágrima cae a su rostro, menos mal eso no lo despertó, mejor me voy ya, Michael puede despertar en cualquier momento.

Salgo de su habitación, miro a ambos lados del pasillo, no veo a nadie, camino rápidamente hacia las escaleras, bajo rápido, miro que no haya nadie, veo a la señora Dévora limpiando la sala principal, ¿y ahora qué hago? ¿cómo salgo de aqui?...

Me escondo bajo las escaleras, esperaré que ella deje de limpiar y se vaya para poder salir de la casa.

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Al fin la señora Dévora se ha ido, yo aprovecho eso para salir corriendo de bajo las escaleras, abro la puerta muy despacio, salgo, cierro la puerta muy despacio para que nadie escuche, corro hacia la calle, corro lo más que puedo, llego al descampado donde está esa piedra grande que ví la vez pasada...

Me siento en la piedra, esperaré que pase alguien en su auto para pedirle que me haga el favor de llevarme a la cafeteria ya que tengo mucho trabajo y no quiero que mi tía se dé cuenta de que no pasé la noche en su casa.

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No sé por qué nadie quiso llevarme en su auto, hubo un hombre que me miró feo cuando le pedí que me haga el favor de llevarme al centro de la ciudad, eso me dió miedo, tanto que no le insistí más a nadie que me lleve.

Sigo sentada en la piedra, no sé cuanto tiempo ha pasado, no sé qué voy a hacer para irme a la cafeteria, no tengo ni diez dólares para pagar un táxi que cuesta treinta, tengo miedo de que el señor Harry pase por aquí y me vea, ¿qué le voy a decir?,¿que su hijo me secuestró y que luego me liberó en la madrugada y me llevó a dormir en su habitación?... ¡claro que no!, tengo que buscar la forma de irme de aquí y ya. Me paro de la roca, camino por el borde de la autopista, miro a mi alrededor y no veo nada, todo es descampado, las casas se ven a lo lejos.

Frustrada me regreso a la piedra, me siento, ¿qué voy a hacer?...

Veo que un auto se acerca, ¡es Michael en su auto!, se detiene al verme aquí sentada, me mira.

—¿Qué haces aquí? —me preguntó asombrado.

—Estoy esperando a que alguien me lleve hasta el centro de la ciudad.

—¿Por qué no tomaste un taxi?

—Porque no tengo treinta dólares para pagarle al conductor, ya te dije que no soy rica como tú.

Perdóname [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora