Vomitar durante el viaje, no entraba en mis planes.
Por suerte, pude llamar a mi ginecóloga para que me informase a qué se podía deber esas náuseas que desarrollaron el vómito. No es algo muy agradable, simplemente que debo tomarme otra pastilla. ¿Cómo conseguí hablar con ella? Porque no estábamos solo en un avión de dos plantas, sino que, además, tenía WiFi y cobertura. Cosas de ricos, supongo.
Me sorprendió ver cepillos de dientes sin abrir en el baño. Tomé la libertad de agarrar uno, claro. No iba a estar sin lavarme los dientes después de haber vomitado hasta llegar al hotel. Me parecía algo muy poco higiénico por mi parte.
No le comenté nada a Pedro. A pesar de que durante el trayecto me estuvo preguntando qué tal estaba. Ellos se encontraban en la parte de arriba y los familiares en la de abajo. Debía de ser así por no sé qué cosas de seguridad. Jamás entenderé esas acciones. Todos teníamos el mismo hotel. Tanto los jugadores como los familiares.
—¡Estoy soñando! —mi hermana fue directa a la cama principal para tirarse.
A ambas nos dieron la misma habitación, mientras que mis padres tenían una para ellos solos, al igual que la familia González. Resulta que Pedro no pagó todo, lo hizo el club, él solo pagó un extra por pedir que separasen habitaciones y así, tener privacidad para todos. Eso ya es bastante. Un extra de este hotel de cinco estrellas, ¿Cuánto podrá ser? ¿Mil euros por cabeza? No me sorprendería.
—¿Qué has ido a hacer con Fer? —cuestionó Blanca, apoyando su barbilla en sus manos.
Estaba tumbada boca abajo, con las piernas cruzadas pero levantadas.
—Ir a por las pastillas del mareo —dije abriendo uno de los armarios.
Aunque solamente íbamos a estar aquí una semana o seis días, quería tenerlo todo organizado. Por poco tiempo que sea, cuanto más tenga guardado, mejor.
—No me lo creo —arrugó su rostro haciendo pequeños sus ojos como si me estuviese analizando.
—No te lo creas, Blanquita —contesté colgando unos pantalones.
—¿¿¿Habéis???¿¿¿Tenido???¿¿¿Sexooo??? —el énfasis en la última palabra logró mi atención.
—No. No, no —negué repetidas veces.
—Pues con Pedri —aseguró.
—Pedro, es Pedro. Lo conoces desde que tienes uso de razón como para tener que llamarle así —igual había contestado un poco más seria de lo normal, pero es porque no entiendo a qué viene que le llame así gente que le conoce de toda la vida.
Vale, puede que sea su apodo y que, al final por el reconocimiento que tiene, la gente se acostumbre a llamarle así. Me da rabia, ¿vale? ¿Es normal que me de rabia? Yo creo que sí.
—Así que te has enrollado con él ¡Toma! ¡Lo sabía!
—Baja la voz, Blanca —me quejé. Puede que sea una habitación grande, pero eso no quita que la de mis padres esté al lado.
—Helena no se equivocaba, se lo voy a decir
Lo único que hice fue negar y continuar guardando la ropa. ¿Qué iba a decirla? "No, hermanita, no lo hagas. Me muero como se lo cuentes". Por supuesto que no. Puede que sea mi hermana pequeña, pero no es tonta y ese tipo de cosas sabe ya lo que son. Además, si ya hay titulares y nos han visto juntos... No quiere decir que hayamos hecho lo que hemos hecho, solo que tampoco es que pasemos desapercibidos para nadie. Y mi madre no ha dicho nada porque no ha tenido la oportunidad de hacerlo, pero seguro que lo sospecha. Por lo menos, que ha habido algo más que un "vamos a llevarnos bien" entre nosotros.
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Perfecto Desastre; Pedri González
Novela JuvenilNos convertimos en el perfecto desastre que me juré nunca tener.