Bueno, pues primera noche superada.
He de reconocer, que nada más abrir los ojos, no vi a Pedro. Ni cuando los cerré. Después del encontronazo tan extraño que tuvimos anoche, situación por la cual me sigo preguntando de dónde saqué valentía como para negarle ese posible beso. Seamos sinceras de una vez, hay tanta tensión que hasta yo la puedo cortar con una tijera y de momento, no quiero hacerlo. ¿Por qué? No sé. ¿Tú lo sabes? Yo tampoco.
Después, se quedó un rato callado mirando la televisión despreocupado y al rato se fue. Llamadme tonta, pero aproveché ese momento para separarnos con almohadas que ya no estaban presentes, no porque las hubiese quitado al ser tan estúpida de realizar eso, si no porque yo no las retiré cuando ya me dormí y dudo mucho que hubiese dado patadas para quitarlas, porque soy de las que no se mueve nada, literalmente.
Abrí los ojos porque la habitación ya no estaba del todo a oscuras, sino que la ventana dejaba entrar toda la luz posible que pueda haber en mitad del océano. Que lo prefiero, ¿eh? Antes de que haya un ciclón o algo de eso y esté el cielo sumamente oscuro.
Miré el móvil, simplemente para situarme y saber qué hora era y en qué día estaba viviendo. Veintisiete de Julio. El verano se me estaba pasando volando. En mi cabeza hace dos días estaba viniendo a Tenerife, y hoy, ya no sé ni si estoy más cerca de mi isla o de la península. Eso era lo que más pereza me estaba dando, pensar que estaba más cerca de una rutina que me encanta y que a la vez, me lleva a pensar que el tiempo se pasa como si estuviésemos viendo "Mamma Mía!"
Fui al baño para cambiarme. No sabía dónde estaba Pedro y tampoco podía averiguarlo, aunque teniendo en cuenta lo que pasó anoche, no sé siquiera si me apetece verle o no.
¿Por qué? Simple, o quizá no tan simple como a mi me gustaría que fuera. Creo que si le veo, no voy a ser capaz de decirle nada, porque evitaré su mirada, evitaré dirigirle la palabra, evitaré cualquier tipo de contacto ya sea físico o verbal... Todo. Trataré de evitar todo porque no voy a tener la misma valentía que anoche, eso seguro.
-¿Artista? -escucharle hablar de nuevo hizo que se me pusiese la piel de gallina al instante.
Iba a contestar, pero no pude. Me comió la lengua el gato, como bien dice el dicho. Pegué un brinco por el susto cuando dio dos golpes a la puerta del baño.
-Ocupado -dije de mala gana cuando no dejaba de llamar, haciendo ritmos que ni yo entendía si eran de una canción o por simple intento de molestar.
-¿Estás bien? -cuestionó al otro lado.
Me miré al espejo, me coloqué un poco el pelo, alisé los pantalones cortos pero anchos que llevaba hoy, y salí. Genial, estaba tan... ¡Agh! Tan guapo como siempre, para qué mentirnos.
-Perfectamente -aseguré intentando pasar por su lado, pero él me lo impidió.
-¡Eh, eh! Quieta ¿Qué te pasa?
-A mi nada. ¿A ti? -me crucé de brazos. Por algún motivo estaba molesta. Sí, claro que lo estaba y él parecía haberlo notado.
-¿A mí qué me va a pasar? -cuestionó imitando mi gesto. Pero era de una forma muy distinta, él estaba ya con una sonrisa ladeada, dando a entender que parecía hacerle gracia la situación, pero a mi... No, nada de gracia.
-No sé, tú sabrás -decir que estaba indignada, se queda corto. Diré que tengo demasiados cambios de humor y no pediré perdón por ello. No a él. A mi no me pasa nada, no soy yo la que se fue por la noche y la que se ha ido a primera hora de la mañana, porque puede que estuviese dormida, pero sí que note el movimiento de él al levantarse.
Hubo un silencio acompañado de una batalla de miradas. ¿Quién se rendiría primero? No iba a ser yo, eso lo aseguro.
-Odio cuando hacéis eso -comentó negando y dándose la vuelta.
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Perfecto Desastre; Pedri González
Novela JuvenilNos convertimos en el perfecto desastre que me juré nunca tener.