—Puedes mirar, ya no sale nada.
—Ya... Creo que seguiré así un poco más.
—Venga, no me jodas.
—Pues sí, podemos ver otra cosa... Como Creed o algo de eso.
Lo miré levantando una de mis cejas. Tenía que estar de coña. ¡¿Me estás diciendo que Pedro González tiene miedo a una mísera muñeca!? Me acerqué para levantarle un poco el párpado, aunque me senté a horcajadas aposta. Estaba sentado en el sofá de mi salón, de brazos cruzados y con los ojos cerrados. Mi movimiento hizo que una sonrisa de boca cerrada se plasmase en su rostro, abrió los ojos los cuales tenían un brillo especial, y agarró mi mentón delicadamente con su mano. Quería ponerlo nervioso y con solo ese movimiento, conseguí lo contrario: Que él me pusiera nerviosa a mi.
—Estas vistas me gustan más. —me acercó para poder unir nuestros labios.
Llevábamos varios días yendo de una casa a otra. Cuando él salía de entrenar, como es el caso de hoy, venía a mi casa. Y alguna vez que yo salía de clase, las cuales ya habían empezado, íbamos a la suya porque insistía en irme a buscar y comer juntos. La verdad es que no me había dado cuenta de la cantidad de presión y de ajetreo que tiene en su vida... Se me hacía raro. De alguna forma me tengo que acostumbrar poco a poco a que ahora hay gente que me reconoce por él cuando voy a hacer la compra con Juls. Incluso me he hecho amiga ya del de seguridad calvo que vi el día que fui a buscar a Pedro a la Ciutat Esportiva Joan Gamper... ¡Fíjate! ¡Voy tanto allí que ya me conocen y me sé hasta el nombre del fundador del Barça! Sí, me he tenido que comer mucha información por Pedro. Al final, me ha acabado gustando el futbol. Pero solo cuando juega él, y si él no lo hace, solo cuando juega su equipo.
Me ha invitado alguna vez al estadio, pero tenía bastante trabajo de la editorial y muchos trabajos de la universidad que me quitaban bastante tiempo. Le prometí que iba a ir a alguno en cuanto pudiese.
¿Nuestras familias? ¡Bah! Blanca lo ha ido confirmando con una foto que ha salido nuestra el otro día en un sitio web de noticias y se lo ha debido de decir. ¿Cómo lo sé? Porque recibí un mensaje de mi madre que decía: "Ya era hora, María y yo estábamos que nos subíamos por las paredes."
Aunque tampoco había mucho que confirmar porque los únicos que no veíamos nada éramos nosotros, ¿no? Y ahora estábamos juntos. Bueno, digamos que antes también, pero no habíamos aclarado nada como para... ¿Sabes cabecita pensante? Deja de dar vueltas y disfruta el momento.
Eran besos cortos. Besos que se me hacía raro estar teniendo pero que me gustaban. Y besos que se vieron interrumpidos por mi mejor amiga. Doy gracias a que el salón no es lo primero que ves nada más entrar en casa, porque Juls no venía sola.
—¡Hello! —saludó mi mejor amiga super feliz, mientras que detrás de ella venía Nico, el cual digamos que ya pasaba más tiempo con nosotras que en su casa— Traigo hamburguesas y sushi para el chico fitness.
Desde el día que nos vino a buscar a las cinco de la mañana, Pedro y Juls han forjado buena amistad. Y eso que se conocieron oficialmente hace tres semanas, pero como se alían para meterse conmigo, pues se llevan de perlas. Al igual que con Nico, aunque ellos ya se conocieron antes.
—¿Cuánto ha sido? —cuestionó intrigado abriendo la bolsa donde se encontraba su comida.
—Lo tuyo son quince con cincuenta. —dijo Nico despreocupado, puesto que habían ido juntos a comprarlo.
—No, no. Digo todo. —alcanzó su cartera, que estaba por el centro de la mesa y comenzó a rebuscar.
—Eh... No hace falta, Pedri. —todo el mundo le llamaba así. He de reconocer que cada vez se me hacía más normal pero nunca me saldrá llamarle así. No a mi.
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Perfecto Desastre; Pedri González
Ficção AdolescenteNos convertimos en el perfecto desastre que me juré nunca tener.