Sonó una alarma, pero no era mía, sino de él.
Pedro se encontraba en el quinto sueño, roncando hasta no poder más. Cualquiera diría que es un futbolista el cual tiene que irse a las nueve de la mañan...
—Mierda —apagué mi móvil al ver la hora y comencé a mover a Pedro para que despertase.
—Cinco minutos más —se dio la vuelta, remoloneando sobre la cama y boca abajo.
—¡Que son las nueve menos cinco, Pedro! —no grité mucho, pero tampoco lo dije en susurro.
Eso pareció generar interés en él. Giró su rostro para mirarme, con los ojos entrecerrados y una de sus cejas perfectas levantada, como siempre.
—¿Las nuev...? ¡Joder! ¡Mierda!
Pasó de estar dormido, a abrir sus ojos de par en par, a levantarse corriendo de la cama, a parar en el umbral del cuarto de baño porque se había mareado dada la velocidad, a cambiarse como si le fuese la vida en ello... Todo en menos de lo que canta un gallo.
Frenó en seco, tocándose los bolsillos del pantalón, como si estuviese buscando algo. Me miró asustado.
—¿Mi móvil? —cuestionó.
—No sé, estaba en la mesita de noche —dije desde la cama.
Puede que anoche se me pasase dejar toda la habitación a oscuras. No os penséis cosas que no son. No le esperé despierta, me encontraba demasiado agotada como para poder mantener un ojo abierto y a los diez minutos de irse, anulé por completo todos mis pensamientos e intentos fallidos en continuar despierta. Sí que me desvelé cuando llegó, pero solamente escuché cómo se cambiaba y cómo debía de dejar sus cosas personales en la mesa de noche. Aún así, me mantuve en el quinto sueño. Sigo teniendo dudas sobre si el beso en la cabeza que sentí por su parte fue obra de mi imaginación o pasó de verdad.
Pedro fue andando vagamente hasta la mesita de noche al ver que, efectivamente, su móvil había estado ahí todo el tiempo.
—¿Y mi cartera? —volvió a cuestionarme pesadamente.
—No soy adivina, futbolista —solté estirándome y volviendo a acomodarme en la cam...— ¿Qué haces? —se dejó caer a mi lado, boca abajo.
—Buscar una excusa para no ir a la sesión de fotos —apenas pude entenderle por hablar con la boca pegada en la almohada, pero deduje lo que quiso pronunciar.
—Para lo que ganas, ya puedes posar hasta desnudo en medio de la calle si es necesario —confesé tratando de ganar espacio en la cama, ocupando muy lentamente el suyo.
El moreno levantó su cabeza, mirándome de forma pilla con una de sus cejas levantada.
—¿Sabes lo que estaría guay?
—Sorpréndeme
—Que me en vez regalarme un retrato mío de una foto sacada de internet, me hicieses un retrato de cuerpo entero, desnu...
Agarré un cojín y se lo lance, logrando que se callase. No sería la primera vez que dibujo algo así, pero... Dios, no. O sea, que no sería nada que no haya vist... Que no, vale ya. Es que no puede ser así siempre con él. Basta ya.
—¡Oye! —se quejó.
—Eso te pasa por cerdo —defendí mi postura, aunque no sirvió para nada.
Antes de que pronunciase cualquier otra palabra o que yo pudiese devolverle el golpe con el cojín, comenzó a hacerme cosquillas. Posicionándose encima de mí. Claro que él tenía más dificultad de movimiento porque iba con unos vaqueros cortos y una camiseta, mientras que yo, llevaba solo un pijama básico de verano que podría funcionar como chándal a la perfección. Aunque, nuevamente, tampoco sirvió para nada.
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Perfecto Desastre; Pedri González
Fiksi RemajaNos convertimos en el perfecto desastre que me juré nunca tener.