Capítulo 30

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Holiii!!! Qué tall??? espero que muy muy biennn jejej.

Aunque aun tenga unas pocas recuperaciones por delante, llevaba ya mucho tiempo desaparecida y no quería que se alargase mucho más teniendo este capítulo en borradores jeje. Los exámenes no han salido tan bien como me hubiese gustado, pero puedo remontar en una pequeña recta final je😁

Aún así, quería subiros este cap porque lo estuve revisando el otro día y me entraron ganas de volver jiji.

Deciros que continuo con un bloqueo escritor bastante grande, por lo que seguiremos sin rutina de siempre😔, soy la primera a la que le da rabia, pero no puedo hacer mucho más aunque me encantaría meterme en mi cabeza y darle caña a las ideasss💆🏽‍♀️💆🏽‍♀️

Así que, dicho esto os dejo esto aquí. Recordad que estamos llegando al final... Gracias por seguir apoyando la historia y por preguntarme qué tal estos días, sois los mejores❤️‍🩹❤️‍🩹❤️‍🩹🥹🥹🫶🏼✨
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—Me gustaba hacer el gusano en el suelo.

—Nico, tio... —soltó Gaia aguantándose la risa por lo que había dicho.

Habían pasado dos días desde el susto que nos dio el rubio. Dos días en los que estuvo en observación a pesar de que le cambiasen la medicación. Aparentemente iba a mejor, aunque en cuarenta y ocho horas nunca puede ser nada certero, todos debíamos de estar pendientes. Incluso sus padres, quienes habían venido desde Girona para verle.

El caso es que, habíamos decidido ir todos a tomar algo después de clase, para despejarnos. Necesitábamos un buen chute de adrenalina y solo una buena cerveza podía provocarnos eso.

—Bueno pero estoy bien, es lo que importa. —soltó contento.

—Mira, nos vuelves a dar un susto así y lo mismo acabo yo también convulsionando. —esta vez fue Daniela la que habló.

Es cierto que ni ella ni yo estuvimos presentes, Daniela ni siquiera pudo venir al hospital porque tenía que trabajar y no la dejaron salir antes, pero es evidente que todos estuvimos más que preocupados. Por suerte no fue nada, y aunque lo fuese, al menos se quedó en un susto aunque ahora deba ser revisado periódicamente.

—Ves, hay que tomarse la vida con humor. Si no, es imposible vivir contento. —acompañó Juls.

—O simplemente vivirla con un ricachón tremendo que viene a buscarte a la salida de clase. —sonrió el rubio de forma pícara mientras daba un sorbo a su cerveza, mirándome.

—¿Qué...? —me di la vuelta y vi ese famoso coche.

No se percató de mi mirada, pues estaba demasiado alejado como para hacerlo. Cerré mis ojos, conteniendo una sonrisa que amenazaba con salir y me giré hacia mis amigos.

—¡Se te escapa la sonrisa! —gritó Gaia emocionada.

—No es verdad. —traté de disimular dando un sorbo al tercio.

—¡Estás completamente enamorada! —esta vez fue la valenciana, Daniela, quién decidió abrir la boca.

—¡Y completamente roja! —continuó la londinense.

—Y seguro que cachonda también... —Nico casi consigue que las chicas escupiesen su cerveza.

—¡Vale ya! Se acabó. Ni una palabra.

—Oye cielo, que si yo tengo alguien como él, también me pondría tontorrona

—Gaia, mira que te quiero, pero me están entrando ganas de escupirte. —comenté un poco de mala gana.

Perfecto Desastre; Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora