Capítulo 15

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Moverme en cercanías o metro, siempre será una de mis cosas favoritas. Por ese motivo se me olvida todos los días buscar una autoescuela; no es que no me llame la atención la idea de tener mi propio coche, cantar mis canciones favoritas a todo volumen, hacer rutas sola o acompañada... Llevo desde los dieciocho años viviendo en Barcelona y solo me acuerdo del coche cuando llego a Tenerife. Es tan simple como aprender a moverte por los miles de caminos del metro, en el momento en el que lo tienes controlado, tardas demasiado poco.

Me estaba dirigiendo a donde pensaba que no iría nunca. Es la primera vez que vengo y, para estar a solo veinte minutos en metro, me parece muy raro que no hayamos coincidido ninguna vez. Aunque tampoco me sorprende. Nunca se me ha ocurrido pasar por aquí, ni siquiera sabía que Pedro entrenaba en esta zona.

Me había escrito anoche para decirme que si tenía algún plan a eso de la una de la tarde. Obviamente, dije que no, porque no me iba a servir de nada inventarme cualquier excusa, menos sabiendo que él conoce dónde vivo y es capaz de decirme que está abajo mal aparcado y que vaya con él. ¿Quería ir? Después de todo lo que ha pasado, muy en el fondo, estuve esperando su mensaje más de lo que me gustaría admitir. ¿Volver a verle? Prefiero mantener la calma solo con saber que nos vamos a encontrar después de la pequeña declaración de guerra que hicimos. Yo lo sé, él lo sabe... Es una situación... ¡Agh! Creo que no sé ni cómo explicarla.

Todo va y viene, viene y va. Si yo hago algo, él lo hace. Si él me saca las cosquillas, yo lo hago. Ida y vuelta. Perro y gato. Gato y ratón. ¿Quién es quién? No sé, nos vamos alternando.

Salí al exterior, con toda la humedad más asquerosa que podría existir. Este es uno de los motivos por los que no quiero estar aquí en verano, hace horrible. En Tenerife también, al ser una isla... pero es diferente, es mi casita, tengo piscina... Aquí no tengo más que media hora en metro o bus hasta la playa, y en casa, justo enfrente.

Pequeños detalles que marcan la diferencia.

Me puse el GPS para saber por dónde tenía que ir ahora. Efectivamente, me quedaban cinco minutos andando hasta la ubicación que me había mandado Pedro. Por lo menos, el viaje se me hizo corto escuchando Ariana Grande... ¡Bendito álbum fue el de Thank U Next y vaya infravaloración a Sweetener! Lo mejor que pudo hacer Ariana, fue sacar la versión en vivo de su gira.

Di la vuelta a la esquina, sin mirar al frente. Mal hecho por mi parte porque me podría llevar cualquier ciclista o persona por delante, pero eso no pasó. Bueno, lo de una persona, sí pasó.

—¿Documentación? —frené en seco cuando puso una mano delante de mi cara y choqué con esta.

Eso me pasa por ir mirando al móvil. Me retiré los cascos y, mientras los enrollaba alrededor del móvil frunciendo el ceño, pregunté.

—¿Qué documentación? —supongo que no quería mi identificación.

—Para entrar. Si no tienes la tarjeta de pase, no puedes entrar al recinto —aseguró el de seguridad.

Genial, Pedro no me había avisado de eso. Simplemente me había dicho que venía de su parte.

—Vengo de parte de Pedro González —dije tratando de convencerle, pero solo soltó una carcajada.

—Hija, ves a esas personas de ahí —me giré para ver a un grupo de chicas y chicos que esperaban con pancartas, pero no lograba ver que ponía—. Me han dicho mil veces lo mismo que me estás diciendo tú ahora y, ¿sabes dónde están?

—¿Afuera? —ni siquiera yo estaba segura de mi respuesta, pero era estúpida por dudar.

—Exacto —volvió a tomar una postura seria e intimidante—. Si no tienes la tarjeta, largo

Perfecto Desastre; Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora