Su Ferocidad, Sin Cesar - Parte 1

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Los seres humanos son, por naturaleza, criaturas irregulares. Fuimos concebidos a través de años de evolución —aunque tal vez en este mundo realmente exista un Dios— y desde nuestro nacimiento, el punto de irregularidades había comenzado.

Con todo esto, tú podrás entender que yo estoy consciente de que nosotros somos irregularidades.

Sin embargo, esa niña es lo que personalmente consideraría un individuo que ha logrado la 'involución'.

Ha pasado un mes desde que me convertí bajo las necesidades y obligaciones de otros en el tutor de Eris. 

Desde el primer día en que comencé a intentar que su cerebro logrará una madurez digna de su edad, ella no me escuchaba. Tan pronto como ponía una hoja y tinta frente a ella, desaparecía. Y como un salvaje con el inerte sentimiento de la violencia, ella no volvía a mostrar su irritado rostro hasta que fuera hora de practicar con la espada.

Naturalmente, si se trataba de un sucio y común plebeyo, no habría excepciones en absoluto. Pero, Eris era hija noble. La excepción con ella era la clase de magia; fue la única en la que fielmente prestó atención.

La primera vez que produjo una bola de fuego, estaba feliz y entusiasmada. La recuerdo observando su fuego mientras rugía como un animal, consumiendo la cortina, y decía:

—Algún día, voy a hacer fuegos artificiales en el cielo como tú lo hiciste.

Por supuesto, a punta de amenazas, la obligué a qué inmediatamente apagué las llamas y le advertí que no usará sus burdos trucos cuando yo no estuviera alrededor. Eris me miró con rabia, pero logré ver una sonrisa, satisfecha consigo misma. Parecía una pirómana, pero al menos en esa estupidez había algo de motivación.

Pero aún así, siguió igual que siempre. Se negaba a escuchar mis lecciones de lectura, escritura y aritmética. Si la amenazaba, simplemente se escaparía. Cuando usaba fuerza física, se defendía como un gato mojado, rasguñando, mordiendo y chillando.

Mi plan para transtornar su cerebro y manipular sus sentimientos a través de un secuestro tenía cada detalle pulido, más o menos... Pero el punto es que realmente había una base para creer que mi plan sería favorable.

Sin embargo, pareciera que ella tenía un odio particular con esos temas.

Cuando le consulté mis dudas a Philip acerca de los traumas de la niña, él simplemente me dijo:

—Hacer que tu estudiante asista a tus lecciones también es parte de tu trabajo como tutor en casa.

Philip era el único en esta familia de enfermos que me agradaba. Pero era la primera vez que lo oía decir semejante bazofia. Por supuesto que no estaba de acuerdo.

Toma por ejemplo a la bruta de Ghislaine, la mujer asistía a mis lecciones y las tomaba en serio, ¿y me vas a decir que Ghislaine, que apenas tiene neuronas para manejar un pedazo de hierro afilado, es más inteligente que Eris?

Por favor, no podía educar y criar a una hija que no me pertenecía.

Había opciones, pero no me iba a hacer cargo de un niña. Finalmente fui con Ghislaine. La mujer que, según Paul, tenía músculos por cerebro.

Si lograba hacerla hablar sobre por qué quería aprender a leer, escribir y aritmética, seguramente sus palabras harían eco en Eris. La niña era una muñeca vacía cuando se trataba de escuchar todo lo que Ghislaine tenía que decir.

Al principio, Ghislaine me dijo que lo averiguara por mi cuenta, pero cuando me ofrecí a hacerle uno o dos favores en su habitación, accedió. Fue demasiado fácil.

Mushoku Tensei: FreedomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora