Quagmire - Parte 1

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Habían transcurrido varios meses desde mi llegada a Rosenburg. Durante este tiempo, ejecuté diligentemente el plan improvisado inicial, forjándome una reputación floreciente entre mis compañeros aventureros.

"¡Oye, Quagmire! ¡Gracias de nuevo por tu ayuda!"

"Siempre es bueno tenerte en el equipo, chico."

"Sí, tu sincronización con esos hechizos de apoyo es realmente algo increíble. Aprendes mucho con solo verte…"

La trayectoria comenzó con una nota positiva, y los elogios mejoraron mi posición.

"Además, eres demasiado modesto. Casi siempre haces de todo, ¡así que esperamos que nos regañen! ¡Jajaja!"

"¡Demonios! ¡Te daría un pago mensual si te unes a mi grupo para siempre!"

"¡Oye! Quagmire es un mercenario; no puede ser reclutado."

Operando como una entidad solitaria, me acerqué estratégicamente a grupos que no estaban seguros de asumir tareas formidables. Mi ayuda, sin embargo, tuvo un precio: más del 70 por ciento de los activos obtenidos y la mitad de cualquier botín recortado. A pesar del frío escrutinio del Gremio de Aventureros, los participantes, más preocupados por la supervivencia y la mejora de habilidades, fueron cómplices dispuestos.

Mi modus operandi implicaba una conducta distante pero amable, dejando que mis acciones hablaran más que las palabras. Este enfoque no sólo resultó efectivo en combate sino que también aceleró mi control de maná y mi crecimiento de capacidad. Aunque mi verdadero nombre permaneció oculto, "Quagmire" se convirtió en sinónimo de mis hazañas en Rosenburg.

La mayoría de los aventureros me saludaron calurosamente, reconociendo la utilidad que les aportaba.

"¡Oye, Quagmire! Nos vamos de la ciudad hoy. Enviaré un mensaje si escucho algo sobre tu madre por ahí, ¿de acuerdo?"

Mi búsqueda personal, la búsqueda de mi madre, se hizo ampliamente conocida. Los voluntarios ayudaron en la búsqueda de "Zenith, la madre de Rudeus", creando una atmósfera favorable.

Al planificar una breve estancia en Rosenburg, mi intención era solidificar mi reputación antes de pasar a la siguiente ciudad, empleando métodos similares. Encontrar a Zenith era cuestión de tiempo.

"¿Ese hijo de puta de Quagmire? Al diablo con ese nombre."

"Él es sólo un mocoso lleno de sí mismo..."

Pero también estaban los que me odiaban por capitalizar los trabajos, muchos me odiaban y otros solo sentían envidia. Sin embargo, ninguno me decía nada a la cara.

Por otro aldo, una necesidad largamente desatendida encontró expresión: 15 años de deseo insatisfecho de intimidad con mujeres.

No diría que era una adicción, ya que pasar 15 años sin el contacto físico de una mujer cambia tu forma de pensar y cualquier adicción que podrías haber tenido. Pero ciertamente, dormir con una mujer era una de las pocas cosas que entraban en mi lista de cosas que disfrutaba. Había un burdel en específico que tenía a mujeres que venían de todo el Continente Central, aunque por obvias razones las tarifas eran monumentales en comparación a locales más accesibles, ya podrás hacerte una idea del festín que me di con mi cantidad de dinero.

Y como lo supuse el día en el que apenas era un bebé y me vi la cara por primera vez, ni siquiera con mi actual cicatriz las mujeres evitaban enamorarse. Siempre iba por el mismo camino, me quitaba la máscara y después enseñaba el dinero. La mayoría venía cuando me veían el rostro, el resto cuando veían el oro. Pero era entendible, yo tampoco me acostaría con una mujer por debajo de mis estándares.

Mushoku Tensei: FreedomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora