Año 422. Ducado de Basherant, ubicado en la esquina noroeste del extenso Continente Central, dentro de los bulliciosos confines de la ciudad de Pipin.
Ocurrió mientras estaba en un bar cenando con Sara. Cenar en su presencia había demostrado ser un placer poco común, porque en el pasado, la compañía de otras personas durante las comidas me resultaba bastante molesta.
En medio del tintineo de vasos y el murmullo de las conversaciones, los tres trovadores subieron al escenario, sus voces resonaban con una claridad melodiosa, su música tejía un relato con precisión rítmica y sus armoniosas melodías adornadas con efectos sonoros oportunos. Sin embargo, en medio de este esfuerzo sinfónico, una voz del público se burló de su actuación y exigió un cambio de música.
Volviéndome hacia Sara, que estaba saboreando su taza de alcohol medio llena, me preguntó:
"¿No te parece divertido, Rudeus?"
"¿El qué?"
Ella respondió a mi pregunta con una sonrisa irónica. "Bueno, esos trovadores están cantando sobre ti, pero ese tipo de allá se está quejando y burlándose del relato, sin saber que el protagonista eres tú, y que estás sentado a pocas mesas de él."
Justo cuando estaba por responder con sarcasmo, la sonrisa se me borró de la cara y una ola de inexplicable inquietud se apoderó abruptamente de mis sentidos. En un instante, un escalofrío recorrió mi columna y mi mano instintivamente buscó mi cintura, hasta que reconocí que mi espada había sido dejada descuidadamente en mi habitación de la posada.
La puerta de la taberna se abrió con un ruido sordo, dando paso a una corriente de aire escalofriante que envolvió la habitación. Todas las miradas fueron instantáneamente atraídas hacia la puerta, y una tensión flotaba palpablemente en el aire.
Una voz resonó con una ominosa familiaridad, dirigiéndose a mí con mi epíteto: "¡Rudeus el Quagmire!"
La confusión marcó el rostro de Sara, y su desconcierto me impulsó a girarme y enfrentar al intruso.
Lo que encontré ante mi mirada fue una elfa de belleza etérea, su largo cabello intrincadamente trenzado, atuendo propio de un aventurero, repleto de una mochila, una espada y un escudo en su cadera, pero curiosamente envuelto en un vestido elegante. Su rostro era nada menos que una sinfonía de gracia élfica, desde su luminoso cabello rubio hasta sus ojos grandes y estrechos y sus orejas exquisitamente puntiagudas. En todos los aspectos, ella encarnaba la imagen por excelencia de un elfo, y su dedo acusador apuntando directamente hacia mí llamó la atención de todos los presentes.
"Así que, por fin, te encontré, Rudeus..."
La voz de Sara tembló cuando preguntó: "R-Rudeus, ¿ella es...?"
Pero era evidente que si alguien iba a sobrevivir este encuentro, sería Sara. No iba a dejarla morir.
"Todos, salgan," ordené, incitando a los clientes a levantarse de sus asientos y, junto con los trovadores, se deslizaron discretamente por la salida trasera de la taberna. "Sara, ve con ellos."
Sara se levantó, agarrando mi brazo con su mirada teñida de terror.
"Pero..."
"Nos daré algo de tiempo. Debes alertar a Soldat y asegurar la evacuación de la ciudad. Si parece que la victoria se me escapa, te lo prometo, escaparé. ¿Entiendes?" La tranquilicé, ofreciéndole un beso de despedida en la mano.
Sara asintió resueltamente y se fue, acompañando a los clientes que huían.
No esperaba que este choque se manifestara tan pronto, aunque era una contingencia que había previsto desde hacía mucho tiempo. Las circunstancias eran ciertamente predecibles, pero su rápida llegada me tomó por sorpresa...
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Mushoku Tensei: Freedom
FanfictionAsesinado mientras salvaba unos estudiantes que serían atropellados por un camión, un oficinista de 34 años reencarna en un nuevo mundo de magia bajo el nombre de Rudeus Greyrat, un recién nacido. Con conocimiento y experiencia de una vida pasada, R...