Rudeus Vs Badigadi, Rey Demonio - Parte 2

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La otrora majestuosa Ciudad Mágica de Sharia, enclavada en el seno del Reino de Ranoa, ahora se había convertido en un reflejo espectral de una opulencia pasada: un eco efímero de prosperidad, perdido en las implacables garras del tiempo. Cada edificio, cada vía, fue testigo de una profunda metamorfosis, grabada en la ruina y la desolación.

En el corazón mismo de este cuadro, mechones de cabello dorado danzaban delicadamente en la caprichosa brisa. Un torso desnudo, un lienzo que mostraba un físico perfeccionado, revelaba tendones marcados y músculos esculpidos. Una espada elaborada a partir de la magia de agua descansaba elegantemente sobre la mano del portador, mientras que debajo de la inflexible suela de su bota yacía la forma vencida del Rey Demonio Badigadi, cansado y agotado.

"La Armadura del Dragón Primordial, mi querido adversario, posee el arte de la absorción de energía. Se nutre de la potencia de un ataque entrante, creciendo en fuerza proporcionalmente a la fuerza que consume. Desgraciadamente, entiendo que tus limitaciones cognitivas pueden obstaculizar la comprensión completa de mi aclaración. Permíteme destilarlo para ti: en tu esfuerzo por extraer Poder Mágico de cientos de humanos, la Armadura absorbió hábilmente todo el torrente, incluido tu propia energía."

Gracias a Aleksander, Rudeus había adquirido conocimientos sobre el peculiar tipo de inmortalidad que abrazaban los demonios, sobre todo los Ryback. Aleksander, portador de una variante de esta inmortalidad, persistiría mientras perdurara su esencia. En marcado contraste, el Rey Demonio Badigadi, siendo de puro linaje demoníaco, ejerció una inmortalidad de una potencia tan formidable que superó la fuerza actual de Rudeus.

"¿De donde...?"

"¿Qué? Tus palabras no son más que susurros en el viento," Rudeus se inclinó, acercando su oído a Badigadi.

"¿Cómo has dominado esas artes...?"

"Ah, eso. Se podría decir que he tenido el privilegio de tener un tutor que alberga un intenso desdén por ti, un mentor que consideró necesario impartirme tales técnicas."

Estas palabras pronunciadas fueron más que meras vocalizaciones; llevaban el peso de una revelación recién concebida en lo más recóndito de las contemplaciones de Rudeus.

El Rey Demonio Badigadi, en sus maquinaciones, había dividido a Laplace mediante una metodología que aún no había sido desvelada por Rudeus. Laplace, en su previsión estratégica, había elaborado estas técnicas como salvaguardia contra su posible regreso a este mundo. Cuando Rudeus finalmente falleció –o mejor dicho, fue arrastrado a la Prisión Eterna– Laplace aprovechó el momento oportuno para transmitir este conocimiento invaluable.

Se podría afirmar que la génesis de la Armadura del Dragón Primordial encontró su propósito en contrarrestar la esencia misma del Rey Demonio Badigadi. Fue creada justamente para luchar contra el Dios de la Lucha.

"Si tienes curiosidad acerca de por qué tu inmortalidad no está funcionando, no te preocupes, no estarás ni cerca de morir. Sin embargo, con el poder mágico que he consumido, no solo has bombeado mi tanque de combustible mágico a proporciones monstruosas, pero también has arruinado tu propia inmortalidad regeneradora. Tu rejuvenecimiento se está demorando porque, en pocas palabras, te quedaste sin el jugo de vida necesario para volver a tejer tus extremidades juntas."

De repente, el ojo solitario de Badigadi vio una sombra negra que se acercaba, proyectando una presencia siniestra sobre ambos. Fue entonces cuando contempló la quintaesencia de la monstruosidad, un dragón negro teñido con tonos carmesí, de pie colosal como una pequeña montaña. El batir de sus alas generó una ráfaga tempestuosa que sacudió cada partícula de escombros en su vecindad. Mientras esos ojos malévolos se fijaban en el Rey Demonio, Badigadi sintió un escrutinio analítico sobre él.

Mushoku Tensei: FreedomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora