Su Ferocidad, Sin Cesar - Parte 2/2

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El cerebro de la pirómana estaba tan subdesarrollado, que nuestras primeras lecciones consistieron en enseñarle las cuatro operaciones aritméticas básicas. Gracias a los dioses, como había asistido a la escuela y previamente había sido instruida por tutores fracasados e incompetentes, ya sabía cómo hacer sumas simples.

—¡Rudeus!

Mi prometedora alumna empujó enérgicamente su mano al aire. Sin embargo, en mi silencio ella volvió a hablar, esta vez murmurando.

—Rudeus-san...

—¿Sí, mi Lady?

—¿Por qué es necesaria la división?

"¿Por qué es necesario que hagas preguntas tan estúpidas? Por el amor de Dios, como odio a la gente sin sentido común."

Su cerebro no la ayudaba a comprender la importancia de la multiplicación y la división. Además de esto, ella era un desastre lamentable en la resta. Si algo pasaba por encima de un solo dígito, se daría por vencida.

—Que te importe poco o nada la necesidad de lo que estás aprendiendo, tus obligaciones son obedecer —expliqué.

—¡Estoy preguntando cuándo voy a usar esto!"

—Si tienes cien monedas de plata y tienes que dividirlas en partes iguales entre cinco personas, ¿cómo lo harías?

—¡Mi último tutor dijo lo mismo! —ella golpeó su puño contra la mesa— ¡Entonces por qué! ¡Tengo que! ¡Dividirlo en partes iguales! —estaba objetando como una niña desafiante. 

—¿Qué te hace pensar que te daré la respuesta? Preguntales a esas cinco personas qué es más conveniente.

—¿Más conveniente? Eso significa que realmente no necesito usarlo, ¿verdad?

—Supongo que si no quieres usarlo, estás en tu derecho como ser vivo a protestar y exigir tu libre albedrío. Aunque eso sí, existe una notable diferencia entre no usar algo y no poder usar algo. Eso ocurre mucho entre los plebeyos.

—Ugh...

Provocar su inutilidad y su frágil orgullo era una buena manera de callar a alguien con el carácter de Eris, lo sabía porque yo soy igual a ella, solo que no soy frágil...

Pero en momentos donde comenzaba su rabieta argumentativa, era mejor para mí llamar a Ghislaine y no perder mi tiempo.

—Queridísima Ghislaine, ¿alguna vez has tenido algún inconveniente relacionado con dividir las cosas en partes iguales?

—Sí. Una vez perdí mis suministros de alimentos en un laberinto, así que traté de volver sobre mis pasos. Pero cometí un error cuando traté de racionar mi comida para que me durara hasta que saliera. Estuve tres días sin comer ni beber. Pensé que iba a morir. Cuando no pude soportarlo más, comí algunas heces demoníacas que encontré en el suelo, pero me desgarraron las entrañas. Me las arreglé para superar el dolor de estómago, las náuseas y la diarrea, pero luego noté un grupo de...

—Es suficiente —la detuve con un tinte enfermizo en mi rostro.

Pero por supuesto, para Eris era una historia heróica. Sus ojos estaban iluminados todo el tiempo.

—Y es por eso que quiero aprender a dividir. Continúa la lección. 

Tan pronto como Ghislaine dijo eso, Eris dejó de discutir.

Toda la familia Greyrat parecía tener afinidad por la gente bestia, aunque tal vez no tanto como Sauros. Eris estaba claramente unida a Ghislaine. Siempre escuchaba en silencio cuando Ghislaine comenzaba uno de sus cuentos. Era como una hermana pequeña aferrada a su hermana mayor, deseoso de imitarla.

Mushoku Tensei: FreedomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora