Muerte.
-Entonces, ¡Me estafó un humano!-grita Destino.
Creación limpia la cara de su hijo y le pregunta cómo fue tan estúpido.
Yo sigo jugando con la consola hasta que oigo el grito de Destino.
Tan exagerado.
-¡Muerte! ¡Avel, digo, Lucas!
-¿Mm?
No le veo, mi vista están concentrada en el juego.
-¡Su alma no está!
Suelto la consola y veo el brazalete de mi mano.
El alma de Aarón estuvo a punto de desaparecer.
¿Debería dejarlo encerrado en el brazalete?
¿Cómo ocurrió esto? ¿Esa cosa los descubrió antes? ¿Cómo lo hizo? ¿Quién le dijo?
-Destino acompáñame.
Me levanto y subo a la habitación donde tengo el cuerpo de Lucas.
Sigue sin alma.
-¿Que le ocurrió al niño?-me pregunta Creación, quien me siguió junto a su hijo.
-El sello se rompió.
Destino agarra mi ropa alarmado.
-¿El tubo de escape?
Si, el tubo de escape que cree para el mestizo, era la única forma de salvar el alma de esa pistola.
Pero se rompió.
¿Y quién tiene más poder que yo?
-Ese vejestorio...
La tez de Destino palidece.
-¿Nos descubrió?
-Primero, vamos a salvar el alma de Aarón. El vejestorio no dañará a Lucas.
-¿Cómo estás tan seguro de eso?
-Su rostro. A Dios le gustan las personas hermosas y poderosas.
Al llegar al otro mundo, el Mago está llorando junto al cuerpo de su hijo y el de Lucas, mientras Valak está en trance.
Las personas observan la escena con horror.
Ambos hijos muertos.
-Vanessa.
El no me responde.
-Alekzius.
-Están muertos...mis hijos...
-Valak.
-Volvió a hacerlo, esa cosa...
Veo a un pelirrojo apoyado en la muralla del jardín.
¿Que hace un reencarnado en este lugar?
El parece estar en su mundo.
-Dejame ver a Aarón.
El par de padres me mira.
-Es hora de despertar, mini mapache.
Chispeo mis dedos, y el vuelve a la vida asustado.
-¡Lucas!
-Muerte...-Destino que ya no es un niño me dice que nos vayamos.
Me doy la vuelta y Alekzius me agarra el brazo.
-¿Y Lucas? ¿Que pasará con el?
Alekzius...
-Estoy intentando salvar su alma.
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Soy el príncipe de un libro
SonstigesMi vida entera fue una total mierda,jamás tuve nada,ni siquiera el amor de mis padres. Y cuando pensé que no podía ser más desdichado, me muero. Hasta ahí, ya nada me importaba. Y aquí se viene el problema, a un imbécil se le ocurre llevarme a mi vi...