Al final si fuí secuestrado.
Otra vez.
El Fenix me trae a lo que parece ser su guarida. Me sienta en la cama y se comienza a desvestir.
-¡¿Qué estás...?!
Tapó mi rostro y suelta una pequeña risa.
Diablos, hasta su voz es tan...sexy.
Lo oigo abrir un armario y bajo mis manos.
Solo su pecho está desnudo, unas líneas rojas extrañas le rodean gran parte de su pecho hasta su hombro.
-¿Qué es eso?
Sus ojos rojizos naranjas me miran un largo tiempo.
Pero no responde.
El vuelve a lo que estaba haciendo y decido no preguntar más.
Tengo curiosidad.
No son marcas normales, parecen estar chupándole su energía. ¿Cómo llegó a tenerlas? ¿Quién se las hizo? ¿Qué le ocurrió para tener ese tipo de marcas?
El saca una crema del tamaño de su mano.
Y pone en su pecho herido.
Oh, viene hacía mí.
Su mano sostiene la mía y coloca la crema en ella. Se da la vuelta y se sienta a mis espaldas.
¿Quiere que se la ponga en la espalda?
La crema está abierta, saco con mi mano un buen poco y comienzo a vertirla sobre su espalda.
-Fue una persona que ame.
Su voz me hace detenerme, pero al segundo vuelvo a lo que estaba haciendo.
-Me juro amor, y le creí.
No hables de esas cosas.
Creo que lloraré.
Por qué ya también creí en esa mierda.
-Me traicionó y me lanzó una maldición.
Bueno, al menos a mí no me maldijeron.
Pero también fuí traicionado.
-No puedo renacer, por lo menos hasta curarme de esta cosa.
La persona que le maldijo tuvo que ser fuerte.
-Esta crema, es lo único que me calma.
Miro el frasco y no parece quedarle mucha.
-¿No tienes otra...?
-Iba a tenerla, antes que tú conocido me atrapará.
Rayos.
-Lo siento.
El se gira y yo retrocedo, ¿Qué? ¿Por qué me mira?
-Por alguna razón, tu me calmas, eres... mejor que está medicina.
Gracias, pero no quiero ser tu medicina.
-¿Te estás poniendo el ungüento por el dolor?
No creo que yo sea tu medicina amigo.
-Lo pongo todos los días, para evitar el dolor, pero, no siento la molestia de antes desde que te conocí, es...raro.
-Si, muy raro...
Déjame ir.
El nota mi incomodidad y se aparta de mí. Se vuelve a tapar esos grandes músculos...
Mierda, me siento mal por mirar los músculos de otras personas.
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Soy el príncipe de un libro
DiversosMi vida entera fue una total mierda,jamás tuve nada,ni siquiera el amor de mis padres. Y cuando pensé que no podía ser más desdichado, me muero. Hasta ahí, ya nada me importaba. Y aquí se viene el problema, a un imbécil se le ocurre llevarme a mi vi...