¿Quién?
¿Se refiere al Destinó de otro mundo?
Mi corazon se llena de dudas, busco explicaciones en el rostro de Lucas, el me ignora.
No me digas...
Miro el rostro del pequeño que tengo frente a mí, el juega con sus dedos.
Salgo de la habitación dejando al niño en el sillón, Lucas me persigue.
Y yo creyendo que era una mujer muerta.
-Aarón lo que dice mi padre...
Me giro acercándome enojado hacia él.
Pero que idiota fuí.
-¿Ese niño es hijo de un Destino de otro mundo?
-¿Qué?
-No te hagas el inocente.
-Momento, ¿Sabes lo que estás diciendo?
Por supuesto que lo sé, fue a otro mundo y su pareja fue otro Destino, quizás el hermano del perro negro.
-¿Es el hermano de...?
-¡No! Aarón, por dios...-el se desordena el cabello con frustración-Muerte es mi tío abuelo, ¿Que crees que es su hermano mío? Digo...¡No!, con el pequeño Cruella jamás.
¿Pequeño Cruella? ¿Que es eso?
¿El perro negro es su tío?
Ah....
Mierda.
La he cagado.
-Lucas yo...
-Eres un idiota, estoy que te pido el divorcio.
¿Divorcio? Pero si acabamos de comprometernos.
-Lo siento, pensé mal las cosas y...
-Ahg, me da igual, iré a ver a mi hijo.
Lucas se va molesto.
Golpeó mi frente con mi mano.
-Aarón eres un idiota...
Derrepente veo a Lucas devolverse y venir hacia mí con algo en su mano.
-Se me había olvidado, pero, ¿Que diablos le hiciste a Destino esa noche?
¿A Destino? No mucho, solo arranqué la mano con la que asesinó a Lucas.
Mis ojos se dirigen a lo que trae con el.
-Yo...¿Lucas? ¿De dónde sacaste esa...?
-Fue Keiv, dijo que la encontró con una mano...
Lo detengo acercándome con rapidez.
-¿Que dijiste?
-Encontró está pulsera en una mano.
-Lucas...
Quito la pulsera que trae consigo y la quemo.
-Esa mano...yo la quemé el día de tu entierro.
Destino.
Este viejo Dragón....
Es como obvio que me reconocería, aunque oculte mí poder.
-¿Desde cuándo lo sabes?-le pregunto directamente.
-Tu abanico.
Tch, tuve que haberlo guardado.
-¿Qué haces en este mundo?
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Soy el príncipe de un libro
SonstigesMi vida entera fue una total mierda,jamás tuve nada,ni siquiera el amor de mis padres. Y cuando pensé que no podía ser más desdichado, me muero. Hasta ahí, ya nada me importaba. Y aquí se viene el problema, a un imbécil se le ocurre llevarme a mi vi...