Damián
—¿Se puede saber por qué mierda estamos aquí?—Pregunté con desconfianza. Alejé algunas hojas del arbusto que teníamos en frente sin entender de qué nos escondíamos.
—¡Cállate! o nos pillarán—Me advirtió la Denise molesta. ¿Nos pillarian quiénes? Me quedé viéndola de reojo, ¿tenía fantasías con los lugares públicos? Fruncí el ceño, no tenía ataos con eso, pero...
Me tomó del brazo, lo que provocó que me volteara hacia ella con sorpresa, creí que me besaría, sin embargo me hizo señas para que llevara mi vista al frente, donde estaba la Anto con el Bruno. Me quedé dimensionando la situación. ¿Qué hacían ellos ahí?
La observé desoslayo.
—Buu, castañita... y yo pensando que teniai fantasías con los lugares públicos.
—¿Qué? ¡No!—Se sonrojó negando reiteradas veces con su cabeza. Se me escapó una carcajada, haciéndome el dudoso—, oye hablo en serio—Advirtió alzando su dedo índice amenazante, lo que me causó aún más gracia.
—¿Y qué hacemos aquí entonces?—Escondí mis manos en ambos bolsillos de mi pantalón, ladeando la cabeza esperando su respuesta.
Se puso aún más roja y luego con el ceño fruncido apuntó hacia el frente.
—Soy cupido—Susurró lo suficientemente bajo.
—Interesante...—Respondí acercándome a ella, aunque retrocedió algunos pasos como respuesta—No te alejís, si no muerdo—Me reí levantando las palmas de mis manos de forma inocente—, ¿o si?—Rematé lamiéndome el labio inferior, volviendo a acortar aquella distancia que nos separaba. Mordí su oreja para molestarla y noté como un escalofrío se colaba por su anatomía.
—¡Basta!—Alzó la voz con histeria. Posteriormente se colocó el gorro de su polerón y me ordenó a ponerle atención a la escenita que teníamos frente a nosotros. Ni se me ocurrió negarme, porque sus orbitas delataban lo importante que era para ella aquello.
Suspiré.
—Sigo sin entender qué tengo que ver yo con esto—Me resigné por fin.
—Eres el ayudante de cupido—Contestó con su vista fija al frente.
Carraspee resignándome a tener que ser el cómplice del cupido que tenía en frente, jugando con las hojas para matar el tiempo, esperando que alguno de los dos hueones que teníamos delante comenzara a hablar, porque básicamente estaban callados, mirándose como si por arte de magia se arreglaran las cosas entre ambos.
Noté como la Denise apretaba ligeramente su mandíbula.
—¿Por qué no dicen nada?—Se quejó desesperada.
—Aquí estoy—Se escuchó al Bruno romper el hielo. Soltó un suspiro pesado para después bajar la mirada con una cara lo suficientemente seria. No estaba entendiendo absolutamente nada de lo que estaba pasando sinceramente—, ¿hablarás conmigo o no?
Culiao bomba.
—¿Pero cómo se atreve...?—Se quejó entre dientes la Denise.
La Anto guardó silencio, cohibida.
—No es tan simple.
—Antonia...
Cerró sus ojos avergonzada para posteriormente empuñar sus manos sobre la tela de su vestido azul, armándose de valor quizás, no sé, pero de a poco me estaba transmitiendo su nerviosismo. Sentía que era una hueá tan íntima entre ambos, que me sentía culpable por estar sapeando.

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Condiciones
أدب المراهقينDonde la Denise actúa como alguien que no es y el Damián la descubre.