Denise
—¿Te conté que me habló un tal Clemente?
La Anto me lanzó la pelota de Voley con fuerza mientras que la cola de caballo que recogía su pelo se movía de un lado a otro.
Le devolví el tiro con torpeza.
—¿Quién es? —No pude evitar preguntar un poco perdida.
—Un mino del A parece, va en el mismo electivo del Damián, e incluso me comentó que son amigos.
—¿Y es lindo?
—Bastante...
—¿Pero no te gustaba el Bruno?
Su cara cambió por completo y el tiro le salió con mucha más fuerza de lo normal, direccionándolo lo suficientemente lejos. Tragué saliva un poco nerviosa, sabiendo que aquello no le había caído muy bien, pero últimamente los dos andaban distantes y eso me tenía muy confundida.
—Perdón, cayó a la chucha...—Se disculpó mordiéndose el labio con fuerza y con una mueca, maldiciéndose.
—¡Iré yo a buscarla! Altiro vuelvo—Avisé, yendo en dirección contraria en busca de la pelota.
Estaba pensando seriamente que algo había ocurrido entre ellos dos, además que el Bruno había estado cimarriando y no lo hacía desde hace mucho.
Algo no cuadraba...
—Damián, acompáñame. —La voz dura del profe de Educación física me dejó anonadada y con la atención puesta en ellos dos, sacándome por completo de mis asuntos, al igual que la mayoría del curso, que también se habían volteado y dejado de hacer sus cosas para presenciar lo que estaba pasando. El Damián se acercó apenas lo llamó, siguiéndolo a un rincón del patio.
Hoy había vuelto al colegio y con eso todo se había revolucionado en mí nuevamente, quise ignorar lo que habíamos hablado en la casa de su abuela, por el bien de ambos, pero se me hacía lo suficientemente difícil, tanto que me dolía el pecho el obligarme a alejarme, me gustaba mucho y el saber que era mutuo, me hacia tener una pequeña luz de esperanza en lo que respectaba mi vida, después de las mil tormentas que había vivido.
Me agaché a recoger la pelota apenas di con ella y luego me quedé pegada con la vista fija en ella, preguntándome si realmente me merecía sentir aquello.
» Porque cada día me imagino un futuro junto a ti y es lo menos irreal que deseo, porque tendremos nuestro final feliz, castañita.
Sonreí por inercia y quise guardar en una cajita bajo llave aquellas palabras que me había dicho, grabarlas por siempre en mi mente como lo más valioso, y sentir su voz por la eternidad.
—¿Qué tanto estai sonriendo, loca?
Mi sonrisa se borró y mis ojos distinguieron al Adrián frente a mí con cara de burla, a lo que lo miré feo. Últimamente se le estaba haciendo costumbre molestarme.
—¿Qué te importa?
—Rara.
Puse los ojos en blanco.
—¿Qué querís? —Respondí sentándome en una de las bancas del patio.
—Nada oh—Chasqueó la lengua—, si venía pasando nomás.
—Bacán po, hola y chao—Moví mi mano de un lado a otro, dándole la cortá.
Arrugó su frente.
—Que yo sepa no eri igual de mala onda con ese mino de allá —Acusó, volví a mirarlo a los ojos, recelosa y noté que su pulgar apuntaba hacia el Damián, quién estaba apoyado en uno de los tantos pilares mirando hacia nuestra dirección—, hace rato que está mirando pa acá tu pololito.

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Condiciones
Teen FictionDonde la Denise actúa como alguien que no es y el Damián la descubre.