treinta y cuatro

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—¿El laboratorio? —Pregunté mientras me bajaba de los brazos del Damián y entraba a la sala, aún con las manos en mi nariz debido a la vergüenza que me daba haber sangrado.

Se rascó la cabeza inocente.

—Fue lo más cercano—Se encogió de hombros—, el baño está inhabilitado, los camarines llenos y en la enfermería no hay nadie. —Explicó siguiendo mis pasos.

Prendió la luz y sin darme tiempo de procesar, tomó mi mano y me condujo al lavamanos que había.

Abrió la llave y retrocedí al instante de notar sus intenciones.

—P...Puedo sola—Me cohibí, acercándome al agua que corría y limpiando la zona donde había estado sangrando.

Se alejó un poco y rebuscó en unos muebles, dando con un paquete de pañuelos, volvió junto a mí y tomó mi cara entre sus manos.

—Déjame ayudarte.

No dije nada, bajando la mirada avergonzada.

Con sumo cuidado limpió la zona mientras que su otra mano acariciaba mi mejilla.

—¿Es verdad que participarás del campeonato?

—Lamentablemente. —Suspiró—, me extorsionan últimamente, por puro que no me presenté en la obra.

—Pero eres bueno jugando...—Opiné.

—¿Aún te duele?

Negué con la cabeza.

—Ya no—Musité aún media atontada—¿Crees que te vayan a retar porque decidiste salir del juego y ayudarme?

—No me preocupa mucho, así que tu deberías hacer lo mismo, castañita— sonreí levemente—, además esto es mucho más importante.

Volvió a tomar distancia para botar el pañuelo en el basurero más cercano.

Respiré profundo y me apoyé en la mesa que había, recordé lo penoso que fue ese golpe con la pelota y nuevamente quise desaparecer.

—Fueron muchas niñas a verte...—Lo miré de reojo y con la cara ardiendo, ¿qué pensaría de eso?El Damián era muy popular, me preguntaba por qué era tan reacio con todos, me intrigaba de una manera casi irreal aquella faceta. —, se nota que varias están interesadas en ti.

¿Habrá sido toda su vida de la misma forma?

Me observó serio.

—Pero a mí solo me importas tú.

La potencia de sus palabras causó que mi pecho se apretara y que la idea de jugar con mis manos fuera tentadora para evitar todo tipo de contacto visual con él, no podría retenerlo.

Quería sonreír de la emoción, pero no quería delatar mi felicidad aún.

¿Pretendía volverme loca, acaso?

Así como estábamos, no aguantaría no darle un beso.

» y por lo mismo quería preguntarte, ¿fuiste a verme a mí o a él? —Prosiguió.

Me sobresalté y levanté mi ceja izquierda, incrédula por lo que había escuchado. Sabía perfectamente que últimamente el Adrián estaba haciendo mucho acto de presencia y las cosas entre ellos no eran muy amigables, pero aún no me acostumbraba a ese tipo de preguntas por parte del Damián, sobre todo porque mis respuestas eran bastante obvias ante esas dudas.

—¿Qué insinúas? —Fui directa y caminé hacia él con el semblante lo suficientemente irritado. Posé ambas manos en mis caderas apenas me paré frente a su anatomía, tratando de verme intimidante.

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