diecinueve

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—Denise, ¿te parece si tú vai escribiendo las propuestas de los chiquillos? —Me preguntó la Monse con una sonrisa mientras me pasaba un plumón negro, el cual tomé al instante asintiendo con la cabeza—. Bacán, ojalá estos culiaos se motiven sipo...—Se lamentó, aunque le duró bien poco porque apenas se alejó de mí, nos quedamos mirando a todo el curso que no estaba ni ahí con nuestra presencia en la pizarra, así que sin mucho que agregar, la Monse se pegó un silbido que hizo callar hasta a la profe que estaba hablando con un mino equis.

—Cállense un rato po, no ven que estamos acá parás pa organizar alguna hueá pa juntar plata pa la gala—Se fue en mala, sin embargo a los segundos se tapó la boca—, sorry profe.

La profe se limitó a sonreír para después darle el visto bueno y así la Monse continuó.

—¿Alguna propuesta? —Preguntó esta vez más relajada.

Un compañero levantó la mano.

—Su rifa.

Asentí y anoté su propuesta.

—¿Y si mejor hacemos un desayuno? También se gana harta plata, además podemos traer cosas ricas que el kiosko nunca tiene y así tenemos aseguraos a todos pa que nos compren, y así los profes también nos pueden comprar—Se metió la Ana con una sonrisa. La Monse asintió contenta y también me indicó que lo anotara.

Y así estuvimos gran parte de la mañana en consejo de curso, planeando lo que haríamos durante el año para juntar plata. Creo que por primera vez no se agarran entre todos a chuchás porque no se ponían de acuerdo con la hueá, lo cual pa mí era un alivio, y más cuando estaba ayudando a la Monse al frente de todos. Habían pasado unos días desde había dejado de ocupar los lentes de contacto, cosa que igual ya no causaba tanta inseguridad, sobretodo porque ya a nadie le causaba impacto verme así, o por lo menos no como las primeras veces, además que de a poco estaba empezando a utilizar los lentes, aunque tampoco estaba muy acostumbrada a ellos y la verdad, bien sinceramente, aún trataba de evitarlos.

Me quedé mirando el puesto del Damián que estaba desierto.

—El Damián tendrá que comerse con la Gabriela, ¿estai clara, verdad? —Me molestó por enésima vez el ahueonao del Bruno, ya llevaba días diciéndome lo mismo. Lo fulminé con la mirada mientras me ponía un tubo ondulador en la chasquilla—, ya oh, tampoco me mirís así, si incluso yo propuse que tu fuerai la Julieta, pero perdiste como por dos votos todos cagones.

—Si no estoy ni ahí con actuar—Le conté mientras me miraba en mi minúsculo espejo—, aunque eso sonaba mejor que en la hueá de ornamentación que me dejó el profe—Rodé los ojos.

—Eso te pasó por capear clases e irte a pololear—Se metió la Anto, apareciendo de repente.Una gran sonrisa apareció en sus labios para luego voltear hacia el puesto del Damián—¿Y tu Romeo? ¿No vino hoy? —Preguntó con burla.

—¿Hay algo que no me hay contado, Denise? —Alegó con recelo el Bruno, a lo que chasquee la lengua.

—No pasa na oh, la Anto que se pasa películas nomás—Le saqué la lengua a mi amiga.

—Ya po, seguro yo soy la que me paso películas—Dijo con notorio sarcasmo.

El timbre del recreo sonó y me saqué de mala gana el tubo, revisando por el espejo si me había quedado bien la chasquilla, cuando noté que estaba como quería guardé todas mis cosas y me quedé mirando fijamente a los dos hueones que tenía como amigos que aún me miraban interrogantes.

—¿Qué hueá? —Dije pesá.

—Yo sabía que te estabai enganchando del amigo de tu hermano—Me acusó el Bruno apuntando firmemente a sus ojos para después apuntar los míos. Hice una mueca y me levanté de mala gana de la mesa.

CondicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora