nueve

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—Te ves...

—¿Mina?

Ladeó la cabeza.

—No precisamente.

Lo miré casi ofendida.

—¿Rica?

Se quedó callado, pensándola mejor para no cagarla, supongo.

—Mejor no te lo diré, después te pasai rollos conmigo—Me sonrió con grandeza, haciéndome enojar ante la curiosidad que logró dejar en mí.

Hoy era la fiesta de compromiso de su hermano y estábamos afuera de la parcela de su tío en Lampa, lugar al que me costó ene llegar porque tuve que tomar un Uber que me costó un ojo de la cara, aunque afortunadamente lo terminó costeando el Damián, porque a mí me había dolido hasta el alma.

—Pues lo que es yo, mejor voy a omitir comentarios ante tu outfit—Contuve la risa ante su ropa casual. Ni siquiera se había preparado para la ocasión como lo hice yo, que había ido bastante arreglada, ¡y hasta ocupando mi único vestido formal que tenía! Era un vestido de ensueño sí, ceñido al cuerpo y negro, me quedaba medio corto, a la mitad de los muslos ya que lo había comprado para mi gala de octavo...

Muchos años de eso, la verdad.

Haberme puesto tacones y que mi acompañante no hubiese venido a la par de mi elegancia fue lo que más me molestó, sobre todo porque pude haber traído perfectamente unas zapatillas.

Pero claro, el señorito ni me avisó cómo vendría.

Y es que con esa polera blanca y sobre ella su camisa de cuadros, más sus jeans grises y rasgados, ¡no pintaba nada conmigo!

Y ni hablar de sus vans...

El Damián arqueó una de sus cejas, claramente ofendido y un poco burlesco ante mi inglés, claramente.

—Siento que mi "outfit" no sea el adecuado, princesa—Ironizó con burla, cosa que hizo que le dedicara una mala mirada—, pero te aviso que mi interés en esta fiesta es casi nula, la verdad no estoy ni ahí.

Me crucé de brazos.

—¿Me estai huebiando? —Le pregunté en mala, a lo que me miró con cara de poker—, no me digai eso ahora po, mira que en este momento perfectamente podría estar en mi camita durmiendo y no aquí cagá de frío con este vestido que ya me queda chico.

Se quedó mudo por un rato para después tenderme la mano.

—Yaa...—Dijo alargando la a—, mejor entremos luego así se te pasa el frío y puedes comer o tomarte algo, vamos.

Me quedé mirándolo recelosa, pero él me insistió con la mirada para que tomara su mano.

Cosa que obviamente no hice, porque no éramos nada, así que simplemente asentí y pasé por su lado camino a la entrada de la parcela, donde el portón ya estaba abierto para llegar y entrar.

Qué imbécil. ¡Venir a decirme ahora que no estaba ni ahí con venir!

¿Y para eso me huebió tanto para que lo acompañara?

Paré en seco y el Damián me alcanzó cuando una señora de pelo castaño claro, corto y piel blanca, bastante linda nos quedó mirando con un claro signo de interrogación en la cara.

Era obvio que era la madre del wachito rico con mal carácter.

—Mamá...—Escuché el susurro del Damián a mis espaldas.

—¿Ella es la niña con la que ibas a venir? —Sonrió ampliamente, cosa que hizo ruborizarme—, ¡qué linda!

Sonreí como cortesía y me acerqué tímidamente para saludarla con un beso en la mejilla.

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