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BELÉN.

@enzojfernandez vía ig story

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—Tú eres loco con ella, ella es loca conmigo

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Tú eres loco con ella, ella es loca conmigo. Vives dándole like cabrón, yo a ella ni la sigo. — cantaba hacia la cámara, tirando rostro mientras se acomodaba el pelo, repitiendo el vídeo que tan viral se había hecho tras hacerse conocido durante el mundial— Tú le tiras al DM, ella montada en mi BM. — saca la lengua sonriendo y niega con la cabeza, cortando el vídeo.

Fue cuestión de que la historia termine para que quiera sacarle el teléfono de la mano a mi novio y reventarlo contra la pared. Volteo mi cabeza y lo miro a los ojos, él sólo se encarga de esperar mi respuesta. Doy un breve suspiro, apenas abría los ojos y ya me tenía que comer la pelotudez de la semana.

—Este chabon no puede ser tan pero tan infumable— digo por fin, pasando mis manos por mi cara.

Julián me mira, alza los hombros y deja su celular en la mesita de luz para acomodarse mejor en la cama, tapándose con la frazada debido a lo frescas que eran las mañanas en Manchester. Recostó su cabeza en mi pecho, moviéndola en un claro pedido de mimos. Ni ese gesto tan tierno hace que mi mal humor se vaya. Enredo el cabello ajeno entre mis dedos mientras miro un punto fijo en la pared, pensando en las mil formas distintas en las que puedo asesinar a Enzo Fernández. Hizo ese vídeo "recreando" un clip que se había filtrado hace unos meses de un live suyo de Facebook. Del tiempo en el que éramos novios. Y es a mí a quien cagó a pedos por no poner el celular en vibrador.

Aunque la primera vez que lo vi en Tiktok me causó risa y nostalgia, en este momento es todo lo contrario. Estaba cansada de él y eso que no hablamos desde hace cinco años cuando dimos por finalizada nuestra relación. Desde el momento en el que se hizo medianamente famoso todas las semanas habían noticias suyas haciendo alguna payasada, y ahora, con toda la repercusión que conllevaba ser campeón del mundo y encima el jugador argentino más caro de la historia,  se esmeraba más en romper los huevos.

No había día que tuviéramos descanso con Julián. Por lo menos una vez al mes nuestros nombres estaban en tendencias en Twitter. O el nombre de Enzo involucrado con alguna mujer del entorno de Julián o del mío, porque parecía que nunca terminaba de cogerse a toda aquella que alguna vez tuvo contacto con nosotros. Eran incontables ya; nuestras amigas, nuestras primas, nuestras compañeras, nuestras conocidas, nuestras enemigas o nuestras conocidas. No había ninguna chica que no haya pasado por la cama de Enzo de haber sido cercana a nosotras. Julián y yo decíamos estar acostumbrados, pero siempre que salía un nuevo nombre a la luz terminábamos sorprendidos.

Sabía que era vengativo, sabía que no se iba a quedar con los brazos cruzados después de haberlo gorreado con su mejor amigo, pero tampoco pensé que iba a ser así para siempre. Tampoco pensé que iba a terminar siendo novia de Julián Álvarez, pero ahí estábamos por el quinto año juntos.

Últimamente Enzo se había calmado un poco del ojo del público, si quería hacer las cosas bien para su carrera tenía que ser más profesional, y eso incluía no estar en las noticias cada semana. Fue un respiro, pero no duró mucho más, porque cuando terminó el mundial retomó sus ridiculeces, como lo de la historia de hoy.

—¿Seguís pensando en eso?— La voz de Julián me sacó de mis pensamientos, haciendo que dirigiera mi vista hacia él, donde me observaba apoyado en mi pecho apoyando su mejilla en la palma de su mano. Me conocía y sabía que estaba dándole vueltas al tema con Enzo.

—Es un pendejo, boludo— hablé enojada, negando con la cabeza— Va a tener familia, esposa, hijos, toda su vida formada, capaz hasta se retire del fútbol a los cuarenta años y siga siendo el mismo pelotudo haciendo de todo para molestarnos.

Juli se rió, pero a mí no me causaba nada de gracia. Más que un chiste parecía la condena a la que mi novio y yo estábamos sometidos.

—Ya fue gorda, lo hace porque sabe que te molesta. Y aparte se vienen los amistosos y aprovecha para arrancar a joder desde lejos.

Asiento levemente. Julián me hacía entrar en razón aún si yo no quisiese, me ponía los pies en la tierra. Igual mi mente seguiría dándole vueltas al asunto.

—Igual ni lo vamos a cruzar, ¿no?— cuestioné, sentándome como indio en la cama y haciendo que él repitiera mi acción—. En el mundial lo evitamos perfectamente y lo habré visto dos veces nomás, espero que se mantenga así.

Mi cuerpo se tensó al instante. Durante el mundial lo esquivamos a toda costa. Julián, por su parte, siempre lo evade en todo lugar donde deban compartir el mismo espacio, así como para Enzo era fácil armar quilombo, para Julián era fácil hacerse el boludo. Por mi parte, no era de acompañarlo a sus entrenamientos ya que ninguna de las mujeres de los futbolistas lo hacía. Tampoco éramos de compartir comidas con sus compañeros, siempre me mantenía al margen de eso y Qatar no fue la excepción. No necesitaba meterme en sus cosas, ya había aprendido a separar las cosas con el correr del tiempo. Los amigos de mi pareja no son mis amigos ni viceversa.

Pero fue un poco más complicado cuando salimos campeones. Fue inevitable que todos los jugadores se unieron junto a sus familias, y yo era parte de la familia de Julián. Vi a Enzo durante toda la noche, andando de un lugar a otro, cantaba, reía, disfrutaba, y no perdía oportunidad para burlarse de Juli y de mí. Para nuestra suerte solo lo hacía de lejos, porque si escuchaba su risa infumable cerca no iba a bancar las ganas de cagarlo a piñas.

—Y bueno gordita, seguro lo vamos a ver como el día de Qatar, no entiendo porqué te preocupas tanto— alzó los hombros, sentado a mi costado, acariciando el dorso de mi mano con su pulgar. Sabía que lo decía para no aumentar mis nervios, pero no estaba funcionando.

—Vos sabes lo fantasma que es, amor. Lo viste esos días que nos cruzamos, se pone a burlarnos como un wachin— el tono de mi voz estaba comprometido con mi histeria—. Ah, encima no sabes— agrego—, la re pelotuda de Lara va a estar en Buenos Aires cuando vayamos nosotros y me rehúso a tener que ver esa cara de enferma que tiene.

Julián hizo una mueca con su cara, sabía que si Lara estaba en Buenos Aires sería imposible no cruzarla y tener que escuchar todas las giladas que dice por segundo. Mi prima estaba bastante agrandada desde que se fue de intercambio a una de las universidades más prestigiosas de Canadá, y nunca perdía la oportunidad de recordarme cuando Enzo me metió los cuernos con ella a los quince años, haciendo que él cometiera el peor error de su vida.

Yo siempre me reía del orgullo con el que contaba esa anécdota y respondía que estaba contenta de que me haya ayudado a ver quién era realmente el chico del que estaba enamorada haciéndome conocer al verdadero hombre que me merecía. Julián siempre me agradecí cuando lo defendía frente a ella, pero a veces me gustaría encajarle una buena trompada en la mandíbula para que no se haga la viva recordando ese momento que tanto detestaba.

Mi novio me sacó de mi trance otra vez, tirándose encima mío. Se notaba que estaba adormilado todavía ya que era bastante temprano. Comenzó a dejar varios besos por mi cuello en su repetitivo intento de calmarme, pero la bronca que tenía era imparable. Al solo pensar en volver a verlo sentía como todo mi interior se movilizaba. Los besos de Julián subieron por mi mentón hasta llegar a mi boca, donde dejaba repetidos picos mientras me miraba a los ojos.

—Te amo mucho, mi cielo— susurró contra mis labios, ablandandome un poco y haciendo que sonría— Ya vamos a ver como la manejamos, dejá de pensar tanto, ¿sí?

Asentí con la cabeza, dándole un beso más largo para recostarme mejor en la cama. No sabía qué era, pero tenía un muy mal presentimiento y sabía que esta vez las cosas se iban a poner mucho más complicadas.

DM ━ enzo fernandezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora