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2016
hombres

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BELÉN.

El viento sacude mi pelo de un lado al otro y hace que me aferre a la campera que tengo puesta. Observo con atención a Enzo entre los demás chicos que juegan a la pelota en la plaza de nuestro barrio mientras el sol comienza a esconderse, tiñendo el cielo de colores bonitos. A mi lado está mi mejor amiga Valentina y una de las chicas del grupito que tenemos.

—¿Y vos, Cata?— pregunta Valu, mirando hacia la anterior nombrada— ¿Perdonarías una infidelidad?

Le doy un sorbo al mate, volviendo mi vista hacia ellas. Desde que me enteré que mi novio me fue infiel que no sé lo que tengo que hacer. Pensé en ir y reventarle la cabeza de una, pero algo dentro mío me hacía pensar que esa no era la mejor opción. Siempre me consideré una persona inteligente, y pienso que debo actuar como tal. Odio que me tomen de boluda, odio que me rebajen, que me humillen. Y él hizo cada una de esas cosas.

—Na, ni apalo— niega rotundamente con la cabeza, hasta indignada de la pregunta— Miren yo tengo mi teoría; si te gorrean hay únicamente dos opciones.— se acomoda en su lugar para poder mirarnos a las dos mientras habla— La primera, la más obvia, es terminarle. No importa si bien o mal, es cortar el vínculo— la pelinegra y yo asentimos—. La segunda es la mejor— hace un silencio, dándole suspenso para que Valu y yo le insistamos con que lo diga— Devolvérsela

Mi mejor amiga y yo nos miramos confundidas. No es nada que no haya pensado ya, pero cuando lo escucho de una persona ajena me hace algo de ruido. Quizá esa era la aprobación que necesitaba. 

—¿Cómo?— pregunta Valu— Justo él no se va a dar cuenta. 

Cata le pega en la frente, riéndose. 

—¿“Justo él"?— hace comillas con sus dedos— Es un gil igual que todos los hombres, Valentina. No se la ven venir nunca, piensan que ellos son los únicos vivos y que nosotras somos todas boludas. 

Aunque permanezco incrédula durante unos segundos, no hay lugar por donde se pueda negar la afirmación de Catalina. Enzo siempre sospechaba de pibes a los que yo jamás le daría siquiera una oportunidad, sobre todo, a pibes muy parecidos a él. Aunque no era inseguro, siempre me hizo notar sus celos hacia chicos con particularidades suyas, como sus formas de hablar, de vestir, etc. Siempre estuvo equivocado, porque el único que me gustaba con todas esas cualidades era él, ¿de qué me iba a servir otro que haga todo lo que hace él si no es él? No tendría sentido.  

—Me tengo que coger a uno bien pero bien pelotudo— digo de repente, llamando la atención de las dos— Y sí, para que sienta que todo lo que es él nunca me gustó. 

—¿Y qué vas a hacer? ¿Te vas a meter con un chetito?— Valentina no pierde la oportunidad para descansarme, haciéndome reír. 

—No seas tarada, tampoco uno que no me guste. 

DM ━ enzo fernandezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora