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BELÉN.

Estaba más fresco que nunca después del bife que se acababa de comer. Estaba medio atontado, sí, pero sabía que yo no estaba jodiendo. Inhalé y exhalé varias veces, obligándome a tranquilizarme para hablar con el simio que tenía enfrente. Si quería que todo esto termine tenía que ser con calma, y ya había largado un poco de lo que quería largar. Él se apoyó en una de las puntas de la mesa de su habitación, y yo en el apoyabrazos del sofá con unos cortos pasos distanciandonos.

—¿Me podes explicar tu problema, Enzo?— hablé por fin, tajante, pero sin alzar la voz.— Ya pasaron cinco años. 

Nombré los cinco años por un motivo obvio, los dos sabíamos que si él se empeñaba tanto en molestarnos es porque seguía dolido de mi relación con Julián. A él le tocó perder después de haberme fallado. No hay revancha. No hay segunda oportunidad. Perdió.

Veo como está cabizbajo. Sus manos apoyadas en la mesa detrás suyo, a cada lado de sus caderas y sus pies algo inquietos. No sabe qué decirme. No pensó que yo iba a venir a enfrentarlo. Su posición nerviosa no dura mucho, al toque levanta la mirada para engancharla con la mía y relame sus labios antes de hablarme. 

—Pueden pasar diez o veinte más que la bronca que les tengo no me la saca nadie, Belén— dice, alzando los hombros y aprieta la mesa con sus manos—. Ustedes dos me traicionaron, se cagaron en mí. Y todas las forradas que me tuve que comer se las tengo que devolver, no me importa como— agrega y entrecierra sus ojos— Yo te lo avisé. 

Reí sin gracia, se estaba victimizando. Aún así, siguió. 

—Vos venís y haces toda esta escena de mierda porque después te vas y tu vida sigue siendo la misma, pero la mía no, ¿entendés? Y por lo menos con estas giladas que hago puedo olvidarme un poco de la mierda en la que estoy viviendo desde que pasó lo que pasó. 

Su intento por culpabilizarme parecía funcionar. Me lo imaginé acostado a la noche, dando vueltas para dormir, pensando en cómo se equivocó, en todo lo que hizo mal, en todo lo que debería revertir. Me lo imaginé solo, completamente solo, aún pudiendo tener a quien quiera al lado suyo, habían dos personas que había perdido por completo. Me acordé esas noches en las que su ansiedad no lo dejaba dormir, cuando me despertaba porque sus pesadillas eran muy fuertes y me pedía que lo abrace y que le diga que todo iba a estar bien. ¿A quién se lo pedía ahora? Si las personas que lo rodeaban eran descartables. Todo se había vuelto bastante superficial en su vida, a grandes rasgos se notaba. Y su golpe de sinceridad hace que me sienta mal por nunca haberme puesto de su lado. 

—¿Vos te das una idea de lo que fue para mí?— pregunté, con la voz quebrada y los brazos cruzados tratando de sostenerme a mí misma. Me indigna su victimización pero a la vez me pone triste, me da miedo desmoronarme frente suyo. 

—¿Y para mí, Belén?— replica, denotando ese vacío que lo envuelve— Imaginate despertarte y enterarte que tu mejor amigo se está curtiendo al amor de tu vida, ¿qué mierda haces?— agacha la cabeza otra vez, como si no aguantase decirme esas cosas a la cara— Me rompió por completo, Belén, qué querés que te diga. 

Ese había sido mi plan después de todo, matarlo en vida. Hacer que sufra todo lo que estaba sufriendo ahora. Que esa traición lo abrace cada noche antes de dormirse, porque era eso lo que merecía. Que no pudiera volver a confiar en nadie más por el temor de que la situación se repitiera. Si bien, estaba muy segura de eso a los dieciséis, con veintiún años no resulta igual de triunfante verlo con ese vacío estremecedor en su pecho y sin ser capaz de mirarme a los ojos cuando me habla. No buscaba hacerse el canchero, no buscaba molestarme, solo decía la verdad. 

—¿Te quedas callada encima?— pregunta cuando me ve quieta, se pasa la mano por el pelo y se cruza de brazos— Yo sé que me equivoqué, Belen. Hice todo lo que estuvo a mi alcance para que sepas que un beso en esa jodita de mierda no era nada para mí, que la única mina que de verdad amaba eras vos— hace una pausa, mirándome a los ojos, adentrándose en mí y viendo todo lo que pienso y lo que me gustaría decir. Ese poder tenía en mí, leerme con facilidad, saber todo de mí.— Y me hiciste pensar que lo estaba haciendo bien, que me amabas como yo te amaba a vos...

DM ━ enzo fernandezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora