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@belutorres via instagram stories.

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BELÉN.

Argentina. Mi amado país, con sus buenas y malas, recibiendome una vez más. Mentiría y tendría que morderme la lengua si dijera que no ansiaba que éste día llegase.

Con mi bata enlazada a mi desnudez le doy un sorbo al mate mientras veo el centro de la ciudad de Buenos Aires desde lo más alto del edificio que nos dieron desde la AFA para quedarnos junto al resto del plantel. No quise hablar con Julián sobre mi cruce con Enzo la noche anterior, no por nada en especial, sino que va a darle mucha entidad al asunto y tampoco creo que sea necesario preocuparlo cerca de su primer partido coronado como campeón del mundo. Él también obvió el tema, siquiera mencionó las miraditas y las carcajadas al otro lado del salón, por lo que entendí que ya está podrido del tema y que es mejor fingir demencia. Total, ¿cuánto más nos falta? Apenas una semana con la respiración de Enzo soplandonos en la nuca, tampoco podría dar tantos problemas.

La puerta del baño de la habitación se abrió, obligandome a voltear para encontrarme a mi novio secándose el pelo con una toalla, ya vestido y con una sonrisa decorando sus labios.

Pasar el día en San Martín lo alegra, mis papás lo aman, mi hermano es su fan número uno y él puede despojarse de su timidez y hablar con ellos de lo que quiera. Está contento, pero yo no. Con solo poner un pie en la cuadra de mi casa todo mi cuerpo se tensa, y es que saber que él podría estar a unas pocas cuadras de distancia hace que mi corazón lata con rapidez. La nostalgia de mi barrio, sabiendo que podríamos cruzarnos con su sonrisa en cualquier momento hace que se me erice la piel.

—Buen día, mi cielo. — saludó Julián, acercándose a mí para dejar un beso corto en mis labios y otro en mi frente. — ¿Dormiste bien?

No, para nada. Es más, demasiado si llegué a descansar de la imagen de Enzo. No puedo olvidar sus palabras, su seguridad, su aliento chocando contra mi cara. No puedo sacarmelo de la cabeza.

Aún así, fingí una sonrisa y asentí. — Sí vida, ¿y vos?

—Por suerte sí. — respondió, alejándose de mí para caminar hasta su valija y despojarse de su toalla para comenzar a cambiarse.

Decidí imitarlo y dejar el mate y mis pensamientos a un lado para poder vestirme. No podía seguir postergando el almuerzo con mis padres. Tampoco la presencia de Lara. Todavía me pregunto cómo fue que mejoró la relación con mis papás siendo que no podían verla ni en figurita, pero supongo que fue lo más certero contando las fiestas que pasaron con el resto de mí familia y en las que inevitablemente tuvieron que reconstruir el trato que había con ella. No era justificativo para que su visita concuerde con la mía, pero no podía hacer problema por eso, solo era un almuerzo, tenía que afrontarla.

DM ━ enzo fernandezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora