DM ━ enzo fernandez

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BELÉN.

belu's camera roll.

Después de tanto insistirle y suplicarme que me saqué fotos –solo por caprichosa, ya que bien sabía que no podía subirlas a ningún lado– enlazamos nuestros dedos y caminamos hasta la entrada del enorme lugar situado en el medio de lo que reconocí como una isla. No era en el mismo lugar en el que habíamos ido con Julián, pero entendía que era de la misma "temática" de famosos juntándose en un lugar inhóspito para hacer lo que les plazca sin ningún tipo de restricción. Mis tacones resuenan en la cerámica a la par que luces de tonos rosáceos recubren nuestras anatomías, encandilándome un poco. Enzo me sostuvo con fuerza de la mano mientras los de la entrada se encargaban de revisarnos para que no tuviésemos ninguna cámara ni micrófono, aunque no les entendía mucho ya que hablaban en otro idioma.

Con todo ya listo, nos habilitaron el ingreso. Adentro era un mundo completamente distinto al que aparentaba desde afuera, todos los boliches que conocí en mi vida quedan totalmente opacados por la tremenda elegancia que se cargaba el lugar. Era enorme, con luces iluminando la oscuridad cubriendonos de distintos colores, lleno de mesas contra la pared y una pista en el centro donde la gente conversaba con copas en sus manos. Volteé a Enzo sorprendida y él simplemente me sonrió, adentrándose más al lugar para dirigirnos hacia una de las mesas que aún se encontraban vacías. Me agradecí internamente por haber llevado aquel blazer debido a la fineza con la que las chicas que nos cruzábamos en el camino estaban vestidas, demasiado delicadas, demasiado finas. Rodeamos a todas las personas paradas hasta conseguir una mesa, sentándonos por separado –raro en nosotros– para echarle una buena pispiada al lugar. Un mesero se acercó a nosotros para ofrecernos algo de tomar y Enzo le pidió una bebida de nombre raro que ni siquiera me esforcé en entender.

—No pegamos mucho acá me parece. — admití sin quitarle la mirada a las personas que se encontraban allí. Reconocía a algunos y de otros no tenía ni la más mínima idea, pero algo estaba clarísimo: acá la guita desborda.

—No, la verdad que no, pero ta' bueno flashar la de Élite cada tanto. — dice en un tono divertido, recibiendo los tragos que le pidió al mesero para darme uno. —Si querés nos vamos, eh.

—No, no. — volteo hacia él y agarro mi copa para guiarla hacia mis labios y probar. Tenía sabor a melón y una mezcla de cosas raras que no llegué a distinguir. — Me gusta verte a lo Aron Piper, no hay quejas.— nos reímos de mi comentario y acercamos un poco nuestras sillas.

Vemos a la gente entrando y como el espacio se encuentra cada vez más reducido por la cantidad de personas que hay. Aun bajo las luces tenues del lugar, puedo ver como los mozos se pasean entre la gente con bandejas llenas de pastillas y polvos coloridos.

—¿Qué miras tanto? — pregunta Enzo, llamando mi atención. Apoyé una de mis piernas por encima de sus muslos y acomodé mis codos en la mesa.

—La falopa que llevan los meseros — digo señalando disimuladamente.