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BELÉN.

La cama rechina tan fuerte que me da miedo que alguien venga. Pero estoy tan caliente y tan desesperada que ni siquiera me importa, por lo que me muevo con necesidad encima de Julián, suplicando que mi tercer orgasmo llegue. No recordaba haber cogido así con Julián jamás, pero la situación ocurrida hace un par de minutos atrás hacen que me convierta en una ninfómana. No dejé que mi novio haga ninguna pregunta que ya lo tenía a mi merced.

Debajo mío encuentro los ojos de Julián y como muerde su labio inferior mientras niega con la cabeza, halagandome. Pero a mí no me interesan sus halagos. Yo quería que me haga mierda, que me insulte, que me lastime. Que haga todo lo que hace él.

Cerré mis ojos, recordando como Enzo estaba agachado debajo mío, hundiendo su lengua por toda mi ropa interior, estremeciendome aún cuando el contacto no era directo. Sus ojos puestos en mí, disfrutando de provocarme, de calentarme, de tenerme tan expuesta a él. Porque aunque mis palabras le recordaban a cada instante lo mucho que lo odio, mi cuerpo decía otra cosa.

—Fua, Belén— escuché gemir a mi novio, devolviendome a la realidad. Dio una palmada en mi culo y apretó con insistencia mi cadera, no daba más— Amor si te seguís moviendo así no voy a aguantar más.

Me reí. Sus mejillas coloradas me dieron ternura, porque yo tampoco daba más, pero del sólo acordarme de esa risita insoportable de Enzo me empezaba a calentar de nuevo. No podía parar. 

—Aguantá amor, por favor…— pedí, alentizando mis movimientos para acostarme encima de Julián y comerle la boca. Sus manos me tomaban de cada mejilla, apretándome contra él mientras intentaba seguir el ritmo del beso.

Repetía una y otra vez lo sucedido con Enzo, sentía que todavía me quemaban sus besos en mi cuello, incluso podría asegurar que sus dedos en mis muñecas seguían afirmándome contra la puerta. Sus palabras retumbaban en mis oídos.

“¿Gritas como gritabas conmigo?”

“¿Qué vas a hacer? ¿Llorar?”

“Si no te vas ya te voy a dejar sin voz de tanto que vas a gritar…”

“Te tengo tanta bronca que te partiría en mil pedazos, trolita…”

Mi orgasmo envuelve la pija de Julián, haciéndome gritar, lo necesitaba. Él no tarda en llenarme, soltando un jadeo de satisfacción con los ojos cerrados. Los dos nos desplomamos en la cama, cansados. Tendríamos que estar organizando nuestras cosas, el micro saldría en menos de una hora, pero mis necesidades eran otras. Esa sonrisa de mierda no se salía de mi cabeza, sus dientes perfectos, su lengua relamiendo sus labios antes de que abra la boca para hablar. Lo detesto.

—Te amo— susurró mi novio a mi lado, acercándome a él para dejar un beso en mis labios. Con una de sus manos acomoda el pelo que tengo pegado a la frente. Me inspecciona con la mirada, haciéndome dudar. ¿Se dará cuenta que yo…— Sos hermosa, mi amor, te haría acabar veinte veces más.

Sonreí, acercándome para dejarle un piquito en la boca. Agradecí que no me preguntara nada, no tengo tiempo en pensar e inventar alguna excusa de por qué lo desperté pidiéndole que me coja. Estaba destruida. No había dormido nada y encima la cabeza me iba a mil por hora. Lo que me sorprende es que no siento ni un poco de culpa.

—Te veo medio cansada gorda, ¿por qué no vas a bañarte mientras yo acomodo las valijas?— acaricia mi pelo con suavidad mientras me sonríe. Es un sol. Asiento con la cabeza, no tengo fuerza ni para hablar y apenas logro levantarme de la cama para dirigirme al baño.

Me lavo el cuerpo con agua fría, necesitaba concentrarme en algo más que no sea todo lo que había pasado. Es terrible. No solo dejé que el forro de Enzo me toque y me bese a su antojo, sino que dejé a Julián de nuevo como un pelotudo. No contenta con eso, me lo acabo de coger pensando en otro.

DM ━ enzo fernandezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora