Porque todo lo bueno empieza con un poco de miedo

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I

Pasaron horas, días y semanas y Emma Swan aún no había sido informada sobre la decisión que Regina Mills había tomado sobre el destino de su hijo. En algunas ocasiones, la joven sheriff había llegado a plantearse qué clase de derecho creía que tenía la alcaldesa sobre la vida del que iba a ser su bebé, si no tenía los genes de Regina la morena no debía tener voz ni voto en el asunto. Luego lo pensó mejor. La que no tenía derecho a forzar a una mujer a cargar un niño durante nueve o más meses y, posteriormente, someterse a un parto era ella. Por mucho que le fastidiara no remitir a la causante de todos sus problemas a ese dolor, sabía que no podía hacerlo. Los pecados de Regina ya estaban siendo tratados con justicia, ella no debía intervenir e imponer un castigo por su cuenta y menos uno que implicara tomar una decisión sobre su cuerpo.

Probablemente os estéis preguntando a qué me refiero por justicia... bien, los hechos fueron los siguientes.

Cuando el hechizo de la reina fue roto por el beso de Amor Verdadero de la Salvadora hacia su hijo, Regina Mills trató de huir. Sin embargo, se encontró con el temor de cruzar la línea de la ciudad. El hechizo había finalizado, pero... ¿y si seguía suponiendo un peligro cruzar esa larga y gruesa línea roja? Pocos días después de ese acontecimiento, los enanitos llevaron a cabo una investigación en la que descubrieron que, efectivamente, no era seguro salir de Storybrooke. Aquel que lo hiciera sería afectado por una amnesia que le haría caer nuevamente en la Maldición Oscura. No hace falta mencionar que ese pequeño experimento resultó en Sneezy creyendo llamarse Clark y trabajar en la farmacia.

La alcaldesa se vio obligada a dar media vuelta y, debido a su poco control de la magia tras 28 años sin usarla, optó por encontrar un lugar en el que esconderse. Su maravilloso hechizo se había roto, su archienemiga número uno seguía vivita y coleando, buscando desesperadamente el reencuentro con su encantador príncipe, su enemiga número dos, le había dado un beso de Amor Verdadero a su propio hijo, demostrándole que su lucha había sido en vano y que lo había perdido. No tenía magia, la multitud se había reunido en el porche de su casa para castigarla y no tenía a quién acudir. Tiempo atrás hubiera optado por hacer un trato con Rumpelstiltskin, pero esta vez el hechicero acababa de reunirse con su amada tras años creyendo que había fallecido.

Y adivinad de quién era la culpa... efectivamente, de nuestra amiga y vecina Regina Mills.

Todo lo que podía salir mal salió mal y Regina se encontró sin lugar al que ir, sin familia o amigos a los que recurrir y sin magia por la que valerse. Fue cuestión de poco tiempo que los príncipes la encontraran y le colocaran en la muñeca izquierda un interesante brazalete de cuero negro que anulaba la poca magia que le quedaba, proporcionado por el mismisimo Dark One, como regalo de agradecimiento por mantener a Belle encerrada en una torre todos esos años. Acto seguido, la morena fue trasladada a la misma celda en la que la castaña había sido retenida los años de funcionamiento de la maldición y estuvo bajo constante vigilancia hasta que sufrió el desmayo que alertó a la sheriff.

Emma Swan recreaba una y otra vez ese momento en su cabeza, el momento de meter a Regina Mills entre rejas. Recordaba el placer, la adrenalina y la euforia que sintió, pero sobre todo recordaba el alivio que eso supuso para ella. Había ganado, por fin había ganado. En ese momento se sintió la reina del mundo, qué digo, del Universo. Había vencido a Regina en un juego que en el que no sabía ni estar participando, había roto una maldición en cuya existencia ni creía en un principio, Henry por fin era suyo y, lo más importante, la amenaza había sido derrotada. Ya no tenía que estar constantemente alerta, preocupada de encontrarse a la elegante, pero peligrosa alcaldesa de Storybrooke por las calles, finalmente podía respirar. No obstante, esa sensación de libertad duró realmente poco, para ser exactos 34 días, el tiempo que tardó Emma en lanzar el conjuro y Regina en mostrar los primeros síntomas de embarazo. En ese preciso momento, Emma Swan volvió a convertirse en una esclava de los deseos de la reina y fue consciente de ello en cuanto recibió la tan esperada llamada.

9 meses por delante [SwanQueen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora