I
Henry Mills dormía plácidamente en el sofá de casa de su recién descubierto padre. Acurrucado con una suave sábana, abrazado a un cojín y con la boca medio abierta, parecía un pequeño ángel. Su respiración era lenta y acompasada, pero apacible. Hasta que, de la nada, un estruendoso ruido le despertó.
El chico abrió ambos ojos muy lentamente. Se los frotó con fuerza y se puso en pie. Cuando sus desnudos pies se posaron sobre el frío suelo un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, desde las puntas de los dedos hasta el último pelo de su cabeza. El sonido volvió a retumbar, asustándole. Dio un pequeño bote y advirtió que el alboroto provenía de la habitación de Ruby.
"¿Mr. Gold?" le llamó algo espantado, pero no obtuvo respuesta. "¿Neal?" más de lo mismo.
Entonces el niño se armó de valor. Avanzó los pocos pasos que le separaban de esa fina puerta de madera y, aguantando su respiración para no echarse atrás, la abrió lentamente. De repente, tan pronto la puerta se abrió de par en par, los puntiagudos colmillos de un gigantesco lobo se abalanzaron hacia su rostro. Ni siquiera tuvo tiempo de gritar, porque aquella bestia había saltado encima de él y le atacaba sin piedad alguna.
"¡Aaaaahhhh!"
Regina Mills soltó un fuerte grito al tiempo que abría los ojos de golpe y se erguía en la cama. Su respiración estaba alterada, hiperventilaba sin parar y no dejaba de sudar. Su cabello prácticamente empapado y su corazón trotando a toda velocidad. Se llevó rápidamente una mano a su pecho y la otra a su rostro, justo a tiempo para sentirlo encharcado en lágrimas.
"Regina, Dios mío" exclamó la rubia a su lado. "¿Estás bien?"
La morena era incapaz de hablar. Su falta de aliento no se lo permitía y su llanto le dificultaba formular siquiera monosílabos. Emma no tardó en rodearla con sus brazos y sumergirla en un reconfortante abrazo. La estrechó con fuerza y acarició su cabello, igual que la noche anterior.
"Tranquila, no es real" susurró en su oído y, por fin, la morena tomó la palabra.
"Emma... tengo mucho miedo"
Su voz sonaba frágil, quebrada. Toda ella temblaba y se agarraba con fuerza al cuerpo de la sheriff, como si en él encontrara refugio y cobijo. La rubia besó su frente. Fue un beso protector, amparado, de cariño... y la morena fue calmándose lentamente. Su respiración se estabilizó, las gotas saladas de su rostro se evaporaron y el sudor frío de su frente desapareció.
"Segunda noche consecutiva" musitó Emma en tono preocupado. Si tan solo supiera que no era la segunda noche y que las pesadillas se presentaban bastante más a menudo de lo que pensaba. Aunque era evidente que, desde que Rumplestiltskin le habló del inevitable final de Henry, habían aumentado su periodicidad.
"Sé que no te gusta que me disculpe, pero es que soy la peor compañera de cuarto del mundo"
"No tienes que preocuparte por eso, ni siquiera estaba dormida" las legañas de sus ojos no opinaban igual, pero debido a la oscuridad de la habitación, podía seguir con esa mentira hasta que su rostro ya no pareciera el de recién levantada. "¿Qué has soñado esta vez?"
"No me acuerdo" mintió la morena y la sheriff lo advirtió enseguida.
"Si no me lo quieres contar lo comprendo, pero no me mientas. Te conozco y, aunque intentes ocultarlo, sé cuando no dices la verdad. Podrás engañar a muchos, pero a mí no, yo te lo veo en la cara" la reina enrojeció inevitablemente por ese comentario, motivo por el que a Emma se le escapó la risa. "¿Qué pasa? ¿Te da vergüenza que te tenga tan calada?"
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9 meses por delante [SwanQueen]
FanfictionPoco después de que se rompa la temible maldición de la Reina Malvada, una inusual situación obligará a Emma Swan y Regina Mills a acercarse. Una alcaldesa. Una sheriff. Un embarazo. Y 9 meses por delante. Aquí puede pasar de todo. PD: Ninguno de lo...