I
Ese día Emma Swan despertó y siguió la rutina que cuidadosamente había ido estableciendo con Regina Mills. Se levantaba de la cama, se aseaba, se vestía y acompañaba a la morena al cuarto de baño por si sentía algún mareo de buena mañana. Mientras la alcaldesa liberaba su cuerpo de las náuseas matutinas, la rubia bajaba a la cocina y le preparaba un desayuno a base de ingredientes que, según informaban sus libros sobre embarazo, ayudaban a calmar el malestar. Un cuenco de cereales integrales, una pieza de fruta, que acostumbraba a ser una manzana, y, para acompañar, una infusión de menta. Regina siempre afirmaba que era demasiada comida y que de buena mañana no le entraba tanta cantidad, sin embargo, la manzana se la comía casi por inercia y la infusión le calmaba muchísimo el estómago. Emma no decía nada al respecto, pero cierto era que había notado un drástico cambio en el estado de ánimo de la reina. Ella estaba más alegre, más feliz y, del mismo modo, su apetito había aumentado. A fin de cuentas, no fue tan mala idea escuchar al grillo, sabe lo que se hace.
Una vez ambas desayunaban, subían juntas a la habitación de Henry y le despertaban para ir al colegio. Sus madres ya se habían acostumbrado a dejarlo caminar solo hasta la parada del autobús y usaban ese rato de más para ellas. Regina avanzaba páginas de su libro o probaba nuevas recetas de cocina, mientras que Emma salía a correr o a hacer ejercicio en el jardín.
La verdad es que se dirigían pocas palabras estando en compañía, no eran amigas, no compartían absolutamente nada y la gente que las veía convivir en un mismo espacio pensaba "se van a matar". Sin embargo, por mucho que les doliera admitirlo... juntas eran las mejores. La mansión de los Mills nunca había estado en mayor armonía. Regina cocinaba y Emma limpiaba, Henry ponía y quitaba la mesa y era el encargado principal de que, al menos una vez cada dos días, jugaran a algún juego de mesa o vieran una película en familia. Eran la pareja perfecta, precisamente porque no se querían, se toleraban. Podía decirse que, de alguna manera, eran cómo aquellos matrimonios que antes de separarse tenían un hijo y eso, por lo visto, acababa por unirlas de por vida.
"¡Regina, el timbre!" gritó Emma Swan desde el baño. "¡¿Puedes ir tú, por favor?!"
"Que le permita tutearme no significa que deba abusar de ello, Swan" respondió la alcaldesa en un tono mucho menos agresivo, mientras se levantaba del sofá.
Ah sí, esa es otra. Olvidé mencionar que Emma exigió a Regina dejar de llamarla Miss Swan. Trató también que la reina la tuteara, pero eso simplemente no iba a suceder. Así que, ahora, aunque tampoco iba a llamarla por su nombre de pila, nuestra sheriff debía conformarse con que Regina Mills se dirigiera a ella como "Swan".
La alcaldesa caminó los pasos necesarios hasta la puerta principal de la casa y, tras mirar por la mirilla y emitir un evidente resoplo por la persona que ocupaba su porche, abrió la puerta con una sonrisa de lo más impuesta.
"Buenos días, ¿podría hablar con Emma?"
Frente a ella se encontraba una mujer delgada, aproximadamente de 1.60m, cabello castaño recogido en un moño y sonrisa igual de falsa que la suya propia. Vestía un atuendo digno de iglesia. Un polo azul marino con el cuello blanco, una falda del mismo tono que el suéter que le llegaba hasta los tobillos, unos zapatos marrones horrendos y, para finalizar, un colgante con una cruz en el cuello.
"Lo siento, Madre Superiora" pronunció la morena. "Me temo que la sheriff está algo ocupada ahora mismo. ¿Le transmito algún mensaje?"
La mujer emitió una evidente mueca de desagrado, pero se dignó a contestar a Regina.
"No, gracias, volveré más tarde... no creo que mi mensaje llegue en condiciones si se lo comunico a usted" la alcaldesa no pudo evitar soltar una pequeña e incontrolable risa por debajo de la nariz, una que creía que Azul no habría percibido, pero lo hizo. "¿Algo le hace gracia?" preguntó la castaña ofendida.
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9 meses por delante [SwanQueen]
FanfictionPoco después de que se rompa la temible maldición de la Reina Malvada, una inusual situación obligará a Emma Swan y Regina Mills a acercarse. Una alcaldesa. Una sheriff. Un embarazo. Y 9 meses por delante. Aquí puede pasar de todo. PD: Ninguno de lo...