I
El aire acariciaba sus mejillas, su melena dorada, recogida en una coleta de caballo, se movía al ritmo del viento, su respiración acelerada, la adrenalina subiendo por su estómago y llegando a todas las partes de su cuerpo, desde los dedos de los pies hasta los de las manos. Correr era un alivio. Su mente se quedaba en blanco y no existía nada más que ella. Solo su cuerpo, sus músculos... sus piernas haciendo el esfuerzo necesario para continuar su carrera, su aliento controlándose para seguir adelante, para no detenerse, para no pensar. Solo existía la sensación de libertad que la invadía.
Recorrió cinco manzanas, sin música, sin distracciones, solo ella y aquello que le rodeaba. El ambiente urbano, el ruido de las calles, los coches, las personas hablando... todo entrando y saliendo de sus oídos a una velocidad extrema. Ruido blanco lo llaman. Entonces dió media vuelta. Con el sudor en su piel y los escalofríos generados por el contraste de su calor corporal con el frío de la tarde, Emma Swan llegó agotada, pero liberada, a la mansión Mills. No llamó a la puerta, no pidió permiso, entró sin más con su llave y, una vez en el hall, apoyó sus manos en sus rodillas y retomó la respiración.
Regina Mills se encontraba en la misma posición en la que la había dejado al salir. Pantalón de traje negro, blusa blanca fina y algo transparente, gafas de pasta oscuras y libro en mano. La diferencia era que, esta vez, Emma no había tenido que formular palabra para captar la atención de la reina, su atuendo lo había hecho por ella. Los ojos de la alcaldesa se desviaron rápidamente de las páginas de su libro a las curvas de la rubia. En el torso lucía un sujetador deportivo negro que resaltaba sus pequeños pechos y dejaba a la vista tanto sus musculosos brazos como su trabajado abdomen. En la parte inferior, unos pantalones cortos azul marino dejaban a la vista las esculpidas piernas en las cuales se marcaban sobre la piel sus azuladas venas. La cola de caballo dejaba vía libre a la visión de su cuello que derramaba un sudor salado.
"¿Qué mira?" preguntó Miss Swan al advertir a la morena observarla, pero no decir nada al respecto.
"¿Cómo?" las pupilas de Regina velozmente se alzaron y se encontraron con las de la rubia, aparentando serenidad.
Aunque no había nada de sereno en lo que el cuerpo de la alcaldesa sentía en ese momento.
"¿Qué mira?" repitió.
"Yo... nada" improvisó. "No quiero que me ensucie el suelo con las zapatillas"
Emma Swan no pudo evitar soltar una pequeña risa por debajo de la nariz cuando creyó entender en qué mundos vagaba la mente de Regina. Ruby le había dejado caer, cuando habló de las incontables aventuras de la reina cuando Leopold se encontraba fuera del castillo, que Regina era receptiva a los encantos de tanto hombres como de mujeres. Quizás no lo había dicho nunca en voz alta, pero tampoco lo había negado y, visto lo visto y cómo sus pupilas color caramelo se agrandaban con la visión de Emma frente a ella, se podía decir que la rubia no necesitaba pruebas de ello. Tal vez eran las hormonas, que se alborotaban y su cuerpo comenzaba a sentir palpitaciones en lugares extraños, en lugares indebidos, pero eso no sucedía si no sentías atracción a la persona enfrente de ti.
"¿Algo le hace gracia?" la morena cerró el libro y lo dejó sobre la mesa de estar.
"Cosas mías" rio quitándose los zapatos deportivos. "Voy a beber agua y a darme una ducha, estoy deshidratada en todos los sentidos posibles" informó dirigiéndose a la cocina, pero Regina ya no respondió.
Emma atravesó el umbral de la puerta y se encaminó hacia la nevera. De esta sacó una jarra de agua fría y, de uno de los armarios, un vaso de cristal. Sirvió el líquido en el recipiente y, a medida que este caía emitiendo un sonido angelical, la rubia sintió que necesitaba ese agua casi tanto como el aire. Se bebió el vaso de una tacada, de golpe, y no se sació. Se llenó otro y lo ingirió a la misma velocidad. Soltó un suspiro de alivio cuando el frescor regresó a su cuerpo y, acto seguido, salió de la estancia y subió por las escaleras.
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9 meses por delante [SwanQueen]
FanfictionPoco después de que se rompa la temible maldición de la Reina Malvada, una inusual situación obligará a Emma Swan y Regina Mills a acercarse. Una alcaldesa. Una sheriff. Un embarazo. Y 9 meses por delante. Aquí puede pasar de todo. PD: Ninguno de lo...