Morderse la lengua

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I

Morderse la lengua, ¿sí o no? Ese era el dilema de Regina Mills. Para sorpresa de nadie, la alcaldesa no había comentado la cuestión de la ecografía a nadie. Ni a Emma, ni a Henry, ni siquiera al Dr. Hopper. Habían pasado tres semanas desde la llamada y no se había decidido. Sabía que la decisión sobre hacerle una ecografía al bebé no dependía solo de ella, pero de la misma manera sabía que si ofrecía la oportunidad a Emma esta iba a querer asistir a la consulta sin lugar a dudas. La verdad era que a Regina eso le daba mucha vergüenza. No quería admitirlo, ni siquiera a sí misma, pero tener que tumbarse en una camilla y subirse la camisa mientras Emma miraba con insistencia la pantalla del monitor como si fuera su baby daddy le hacía ponerse colorada de solo pensarlo. La morena bajó las escaleras ya vestida. Luciendo unos tejanos que no solía ponerse, una blusa color caoba y unos tacones negros entró en la cocina.

"Buenos días" dijo nada más vio a Emma y su hijo desayunando juntos.

"Buenos días, Regina" la saludó Emma y le mandó una mirada inquisitiva a Henry.

"Buenos días, mamá" dijo con la boca llena.

Regina comenzó a preparar su desayuno en silencio, mientras Emma y Henry discutían quién había hecho trampas en la partida de Trivial de anoche, hasta que Emma le colgó su mochila en la espalda y el chico salió por la puerta.

La morena se había despertado esa mañana pensativa. Se había informado sobre el tema de las ecografías y había descubierto que, tal como le había explicado el médico, la primera ecografía debía hacerse entre la semana 6 y la semana 11 y no era obligatoria. Sin embargo, el resto eran cruciales para la salud del bebé. Próximamente debería hacerse una entre las semanas 11 y 14, otra entre las semanas 18 y 22 y la última entre las semanas 32 y 36. Era inevitable. Eso iba a suceder en algún momento u otro y, aunque hiciera la vista gorda y se negara a ir, Emma se percataría en el algún momento de que estaba faltando a las revisiones. Cuando eso sucediera, la rubia descubriría que había rechazado hacerse la primera ecografía sin consultarle y eso sí era un gran problema.

Su relación con Emma era la mejor que habían tenido nunca y con Henry también. Se podría decir que Regina Mills se encontraba en su mejor momento, al menos dentro de las circunstancias que la rodeaban y de que todo el pueblo la odiaba, pero ya había empezado a percatarse de que esa rabia acumulada comenzaba a desvanecerse. Archie le daba la bienvenida a su consulta con una sonrisa, Ruby la saluda cada vez que entraba a la cafetería como si fuera una cliente habitual, aunque muy en el fondo sabía que lo hacía por Emma, Snow y Charming eran corteses con ella, Rumplestiltskin había dejado de lado su rencor y estaba cada vez más cercano con ella e, incluso, algunos enanitos y hadas la saludaban por la calle cuando la veían. Nadie se paraba a conversar con ella ni le preguntaba por su vida, pero no mirarla como si fueran a colgarla en cualquier momento era un gran avance.

"¿Regina, me estás escuchando?" la voz de Emma la sacó de sus pensamientos.

"¿Decías?" fingió concentración.

"Que si has acabado de desayunar, voy a fregar los platos"

"Eh... sí, claro" la morena se levantó de la mesa y le tendió la cubertería usada a la sheriff para que pudiera acabar con aquello. No obstante, mientras lavaba, Regina se armó de valor para confesar... más o menos. "Cuando acabes vístete, hoy tenemos que hacer algo"

"¿Ah sí?"

"Hm" respondió sin más.

"¿Y qué es eso tan importante que tenemos que hacer?" Emma terminó con la vajilla y se secó las manos con un trapo de la encimera.

9 meses por delante [SwanQueen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora