Sorpresa, sorpresa

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I

Había pasado poco más de un mes y la situación en Storybrooke era lo más cotidiana posible. Snow White y David Nolan habían recuperado sus recuerdos y, por lo tanto, su amor hacia su familia y sus seguidores. Rumplestiltskin y su amada Belle French habían iniciado su proyecto de casa y ahora se pasaban los días encerrados en la que había sido la famosa tienda de Mr. Gold, pintando y decorando el lugar a su gusto. Henry Mills estaba yendo al colegio, haciendo amigos y aprendiendo aquello que más le gustaba en el mundo: leer y escribir historias. Mientras que sus madres, Emma Swan y Regina Mills, vivían cada día juntas como si fuera el último.

La ciudad se había sumergido en una encantadora rutina. Regina veía a su padre en la alcaldía cada día, aunque rotaban turnos con tal de organizarse mejor, Emma ejercía de sheriff con gusto, Snow enseñaba en el instituto y Granny's volvía a ser el centro de ocio principal del pueblo. La gente se reunía, hablaba, tomaba café y hacía su vida en las cuatro paredes de esa acogedora cafetería.

Esa mañana, Emma se encontraba en la comisaría de policía con su padre. Habían revisado todo el papeleo y, ahora que habían terminado, no sabían qué hacer.

"¿No piensas que dos sheriffs son innecesarios para un pueblo tan poco conflictivo como este?" preguntó David mientras jugueteaba con un bolígrafo.

"No siempre fue así de seguro, pero sí. Ahora no es necesaria tanta seguridad" resopló la rubia. "¿Te apetece hacer algo?"

"¿Algo cómo qué?"

"Cualquier cosa que no sea quedarnos aquí muriéndonos de asco"

La respuesta de su hija hizo reír a David, quien cogió su teléfono móvil, lo guardó en su bolsillo y se puso en pie.

"De acuerdo, te recuerdo que me debes un combate de esgrima"

Emma y David salieron de la comisaría y se encaminaron al apartamento de Mary Margaret para coger un par de espadas con las que practicar, luego fueron a un parque algo alejado del centro. Charming llevaba su teléfono encima por si necesitaban a los sheriffs en algún momento, mientras que Emma, debido a la emoción del momento por la tan esperada batalla de espadas con su padre, se lo dejó en la comisaría. Padre e hija calentaron un poco y el combate dio comienzo.


II


Regina regresó a la mansión cargada de bolsas. Había prometido a Emma que no haría esfuerzos y menos ahora que se acercaba la fecha de parto estimada por Whale, pero no podía pedirle ayuda con eso a la rubia, puesto que no pretendía que la descubriera. Subió las escaleras de la casa, tardando más de lo que pensaba debido a la poca fuerza de sus brazos y la baja resistencia de sus piernas que, además de las pesadas bolsas, también cargaban con su peso y el del feto. Cuando llegó a la planta superior, llamó a la puerta del dormitorio de su hijo.

"Henry, he vuelto"

La morena abrió la puerta, dejó todo lo que llevaba apoyado en el marco de la puerta y entró en la estancia. Su hijo se encontraba sentado en su escritorio, concentrado en su cuaderno, escribiendo. Cuando la escuchó entrar dejó su bolígrafo sobre la mesa, cerró rápidamente su libreta y se giró a su madre.

"Hola" sonrió.

"Hola" musitó sospechosa. "¿Qué tanto escribes?"

"Nada, es una tontería" Regina alzó una ceja y no le hizo falta ni preguntar, Henry sabía perfectamente lo que ese gesto significaba. "Te lo cuento, pero no se lo digas a nadie" la morena fingió cerrarse una cremallera sobre sus labios y escuchó atentamente. "Estoy escribiendo un cuento"

9 meses por delante [SwanQueen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora