Hagámoslo oficial

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I

Pasaron tres días y la noticia de la muerte de Ruby se extendió por todo el pueblo. Después de semanas de tranquilidad y horrible hastío, por fin había sucedido algo interesante en Storybrooke. La gente hacía quinielas, jugando a adivinar quién era el posible asesino o asesina, siendo el Dr. Whale uno de los principales sospechosos debido a su evidente accesibilidad a la celda de la fallecida. Sin embargo, nadie creía realmente que fuera él. No tenía motivos y apenas conocía a la muchacha. Se valoraron muchísimos nombres, entre ellos el de Emma Swan como posible justiciera que quisiera acabar con la amenaza al 100%. También rondó por las pequeñas cabezas de los habitantes el vengativo Dark One que, tal vez, quería desquitarse con la mujer que había apuñalado a su novia. Tenía magia, por lo que podía, perfectamente, entrar y salir del hospital sin ser detectado. Se habló de los nuevos Charming, a los que apenas conocían y, por ende, podían ser completamente capaces de cometer un acto semejante y hasta de la propia abuela de Ruby.

Inevitablemente, el nombre de Regina Mills también estuvo en boca de todos. ¿Y si la Reina Malvada había regresado? ¿Y si había recuperado sus poderes? Esa era la única posibilidad de la que no se hablaba en la mansión Mills. La familia había decidido hablar lo menos posible sobre el caso de Ruby, aunque, evidentemente, en alguna circunstancia el tema salía. Ahora bien, cuando eso sucedía Emma sentía a Regina más nerviosa de lo habitual. Se ponía tensa, su rostro escondía miedo y se ponía torpe. Regina nunca se distraía, no era olvidadiza ni despistada. Sin embargo, cuando Henry con mucha energía afirmaba estar investigando el asesinato de la loba, a Regina se le caía la taza de café, tropezaba con un peldaño de la escalera u olvidaba la comida en el horno. Era extraño. Muy, pero que muy, extraño.

Esa mañana la alcaldesa se encontraba en la mesa del salón con una serie de documentos sobre la mesa. Llevaba puestas sus gafas de lectura, aquellas que a Emma le encantaba como le quedaban a Regina, pero de las que también se mofaba para picarla. La morena leía los archivos, escribía sobre ellos y tecleaba en su ordenador. Las elecciones ya tenían fecha y, a pesar que desde que Storybrooke casi se va a pique, Regina se había encargado de las cuestiones de la alcaldía, sacando a la ciudad adelante, eso no era suficiente para los ciudadanos. Ellos querían una democracia justa y limpia y esas elecciones iban a producirse. Quedaba exactamente una semana y cinco días, por lo que la morena y su padre estaban con los nervios a flor de piel.

"¿Por qué no descansas un poco?" preguntó Emma sentándose en una silla de la mesa. Regina no levantó la cabeza de las hojas.

"Estoy ocupada"

"Ya lo sé, pero llevas 5 horas seguidas con esto" insistió Emma. "Al menos come un poco" la rubia le ofreció un vaso de agua y un bol con trozos de fruta, entre ellos manzana, fresa, plátano y cerezas. Era la combinación favorita de la reina y Emma sabía que Regina no solía poder resistirse a eso. "Lo he preparado para ti" sonrió.

"No tengo hambre, gracias"

La sonrisa de Emma se disipó de sus labios. Regina ni siquiera la había mirado y, es más, esa mañana no había desayunado afirmando encontrarse algo mal y, ahora, 5 horas después, seguía sin tener hambre. La peor posibilidad pasó velozmente por la mente de la sheriff. Ese comportamiento ya se lo conocía. Falta de apetito, desinterés, fácilmente irritable. Esa era la Regina que había conocido en las primeras semanas de embarazo y ahora ya no tenía náuseas matutinas a las que culpar.

"Oye, ¿estás bien?" Emma Swan se preocupó genuinamente por el estado de Regina, algo había pasado desde que durmieron juntas hasta ese mismo instante y algo le decía que tenía que ver con Ruby.

"Estoy perfectamente, Swan. ¿Puedes dejarme trabajar, por favor?"

¿Swan? Eso sí que no. La había llamado Swan. ¡Otra vez! Eso era un paso hacia atrás y Emma no pensaba permitirlo. Le arrancó de la mano el bolígrafo a Regina y la sujetó a ella de la muñeca. Tiró de ella para arrastrarla hasta el sofá y, aunque la morena trató de resistirse, Emma la sentó en el sofá. Tomando ella misma asiento a su lado.

9 meses por delante [SwanQueen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora