Capítulo 32: Triste Noticia

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Hugo

Han pasado ya dos días desde que estoy en este hospital. Al parecer Lucía llamó a mis padres para que supieran lo que pasó y vinieron enseguida. No puedo creerme aún que la tengo a mi lado después de todo, aún necesito contarle lo que pasó. Estos días me han hecho cientos de pruebas. Ya me contaron lo del EPOC y estoy un poco asustado. Buscamos en internet todo lo que conlleva tener esto y me estoy tratando de preparar para lo peor. Aún no me pasa por la cabeza que pueda pasar algo malo, estoy tratando de tener mente positiva ante todo.

Mis padres están en la casa buscándome ropa, Lucía fue a bañarse y cambiarse también. Me encanta que no se a querido separar de mi ni un solo momento y a estado aquí para ayudarme en todo. Malena igual vino a visitarme hoy por la mañana y me trajo jugo de manzana. La enfermera estuvo hablando un rato conmigo y dijo que todo estaría bien luego de que esté el resultado de las pruebas ya podrán darme de alta. Entra una última vez para checar mi presión y como me siento.

—Vi a tu novia en la cafetería, seguramente debe estar al entrar. Es muy bonita y bastante joven.

—Me duele que piense que soy un viejo.

—No es así, solo que se nota que es algo mayor que ella.

—Tres años solamente.

—Pareces mayor de la edad que tienes.

Mi novia entra por la puerta y le da una sonrisa a la enfermera. Pasa por mi lado y me da un dulce beso antes de sentarse.

—Los dejo solos, el doctor no debe tardar en llegar. Cuando tus padres lleguen deben ir a verlo.

—Ya deben venir en camino.

La enfermera sale y ruego como un niño chiquito a Lucía para que me de otro beso. Ella se sienta en mi camilla y sus labios se acercan a los míos con lentitud. El beso es largo y nuestros labios se mueven en una sincronía perfecta. Extrañaba demasiado su boca y estar así cerca de ella.

—Que bonito es el amor—mi madre dice entrando por la puerta mientras sonríe—Siento mucho interrumpir este momento pero tenemos que ir a ver al médico.

—¿Y mi padre?

—Se quedó en la casa preparando la cena, el médico le dijo que nadamás que dieran el diagnóstico te iba a dar de alta.

Mi madre y Lucía me ayudan a subirme en la silla de ruedas. No me cuesta caminar pero el médico me exigió que anduviera sobre ella. Mi novia me lleva justo al lado de mi madre a la oficina de mi médico.

—Con su permiso—dice educadamente mi madre.

—Pasen por favor—noto como tiene una prescripción médica en su mano—Hago esto prácticamente desde hace muchos años y aún así me cuesta mucho dar estas noticias.

—¿Qué sucede doctor?—pregunta preocupada Lucía.

—El EPOC se extendió muy rápido sobre si cuerpo, por lo que note usted fumaba hace un tiempo atrás y esto es la causa de cierta enfermedad. Pero dado el caso de esta rara extensión, se le diagnosticó cáncer de pulmón.

Al oír las palabras del médico mi mundo se derrumbó por completo. Por un segundo me costó respirar y muchas cosas vinieron a mi cabeza de repente. Rápidamente miré a mi madre y a mi novia, las dos tenían la mano en el corazón y los ojos casi con las lágrimas afuera. Esto me destruye aún más todavía, el saber que puedo morir en cualquier momento es el único pensamiento que quedó plasmado en mi desde que el médico dijo esa frase.

—¿Qué podemos hacer respecto a esto?

—Les voy a hablar claro, no hay mucho que hacer pero haré todo lo posible para tratar de que su hijo se cure al menos un cincuenta por ciento. Por ahora es lo que podemos lograr, ya que la enfermedad a afectado gravemente sus pulmones. Haremos que haga fisioterapia diariamente, le recete varios medicamentos que desde hoy mismo tiene que empezar a tomar y cuidarse mucho de hacer cualquier tipo de esfuerzo físico.

—¿No puedo cantar, ni tocar la guitarra?

—Puede hacerlo, pero moderadamente porque ya sus pulmones no trabajan completamente bien y es un esfuerzo lo que realizan mientras vocaliza.

Sigo sin créeme nada de esto aún. Me dieron de alta y mi madre recogió todas las cosas. Antes de llegar a la casa pasamos por la farmacia para comparar mis nuevos medicamentos. En todo el camino no he logrado emitir ni una solo palabra. Sinceramente el miedo se está apoderando completamente de mí. Estuve recostado sobre el pecho de Lucía en todo el camino mientras ella hacía cosquillas en mi pelo. Lo mejor que me a pasado en este momento es que ella esté a mi lado.

Al llegar a la casa mi madre fue directamente a abrazar a mi padre. La imagen no es de las más bonitas que tengo de ellos dos, sabiendo la razón de porque están así de tristes. Subo las escaleras con cuidado con ayuda de Lucía y me adentro en mi habitación. Mi cabeza da mil vueltas y no se en que pensar con claridad. Ella se arrecuesta a mi lado sin decir nada. Simplemente hace cosquillas en mi abdomen y a momentos me abraza. Siento como caen sus lágrimas y estoy siendo muy fuerte para que no salgan las mías. Nos mantenemos abrazados y en silencio durante un rato. Antes de quedarnos dormidos ella me besa.

—Todo va salir bien—seca una lágrima que cae de su mejilla.

—No sé si todo saldrá bien pero por favor quédate a mi lado, es lo único que necesito—ella me mira y vuelve a poner su cabeza sobre mi pecho—Nunca me diste tiempo a contarte la verdad de lo sucedido aquella noche y me duele no haber tenido el valor nunca de enfrentarme a ti, pero en el fondo tenía miedo.

—No creo que sea el momento para hablar de eso.

—Si lo es—respiro profundo—Esa noche estuve trabajando, tu prima llegó con una amiga muy borracha al lugar donde trabajo. Trate de sacarla por las buenas para que no le ocurriera nada malo, pero al parecer ya ellas tenían algo planeado desde el principio. Cuando me descuide ella me besó y su amiga grabo todo para mandártelo. Trate de explicarte esto desde el instante que supe que lo sabías pero nunca respondiste mis llamadas, ni los mensajes y pensé que te había perdido por completo. ¿Puedes perdonar todo este mal entendido?

—Claro que si Hugo, yo también fui una tonta y me deje llevar por el miedo. En el fondo siempre quise pedirte una explicación pero nunca lo hice.

—Ahora nada nos va a separar pequeña.

Ella cerró sus ojos y comenzó a quedarse dormida sobre mi pecho. Esa última frase que dije me dejó pensando demasiado y me duele saber que puede que no la cumpla.

 Esa última frase que dije me dejó pensando demasiado y me duele saber que puede que no la cumpla

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