Capítulo 36: La Guitarra

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Hugo

Que tranquilidad hay por un segundo en la casa. Mis padres se fueron de viaje por trabajo y nos dejaron la casa para nosotros solos. Lucía está en la cocina según ella preparando unas galletas. No sé aún si en realidad sabe hacerlas porque se pasó toda la mañana mirando un tutorial en Youtube. Me aseguró de que quedarían perfectas, pero aún lo estoy dudando. Sino me tocará fingir que están buenas y por amor comérmelas.

Luna está sentada a mi lado en el sofá tranquilamente durmiendo, mientras yo veo a medias un programa de reformas del hogar. Pero me está aburriendo demasiado y las redes sociales tampoco ayudan mucho. Ya he visto más de veinte reels sin sentido en Instagram. Subo a la habitación, tomo de la pared mi guitarra y bajo nuevamente a sentarme en el sofá.

Extraño mucho trabajar en el bar de la playa y tocarle a las personas que iban allí. Para alguien que le gusta la música, la aprobación de la gente, los aplausos es tan necesario como el aire que respira. Ver la felicidad de alguien al escucharte tocar o cantar es de las mejores sensaciones que pueden vivirse. Comienzo a tocar algunos acordes y me vienen muchos recuerdos a la mente. Es difícil ya no poder ir mostrando mi arte a las personas como siempre he hecho.

—Se siente bien escuchar tu guitarra, hace rato no lo hacía—sale de la cocina mi novia y se sienta a mi lado.

—Es que la sensación de extrañar el bar y tocar para la gente me deprime un poco.

—¿Entonces por qué estás tocando?

—¿Aburrimiento?

—Yo quiero aprender a tocar.

Juraría que luego de escuchar eso mis ojos estarían brillando. No hay nada que me gustaría más en el mundo que enseñarle a Lucía como tocar la guitarra.

—Me encantaría enseñarte amor, pero antes que nada debes saber que no es fácil y necesitas tener paciencia.

—¿Acaso no la tengo?—trato de no reírme de su reacción porque está poniendo una cara de asesina serial.

cómo en las típicas películas de terror

—Si, si la tienes—le doy la guitarra—Ven ponte delante de mi.

Dejé todo mi cuerpo caer hacía atrás y que pusiera su espalda sobre mi pecho. La guitarra estaba encima de sus piernas que tanto me gustan acariciar con mis dedos. Ella ama dormir mientras le hago cosquillas.

Subo mi mano sobre su hombro para poder alcanzar las cuerdas. Ella mira detalladamente cómo voy tocando cada acordé y luego de un rato trata de seguirme el ritmo. Al parecer es una buena alumna, le está saliendo a la perfección como si ya la hubiera tocado antes.

—¿Ya habías tocado una guitarra?

—Creo que una vez cuando era niña. Cuando mi padre no pasaba tanto tiempo en el hospital y estaba más en casa. Recuerdo haberlo visto tocar una que supongo que era suya. A lo mejor me enseñó, pero no tengo muy buena memoria.

—¿Crees que esa guitarra siga en tu casa?

—A lo mejor—se levanta y toma su celular de encima de la mesa de la cocina-Voy a llamarle para preguntar.

El sonido de la llamada en altavoz retumba con el silencio de la casa.

—Papá.

—Hola Luci ¿Cómo estás hija mía?—sus ojos se llenan de amor al oír su voz.

—Bien ¿Cómo está mamá?

—Ella bastante bien, extrañándote, ahora está en la sala con un paciente.

Con Su MúsicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora