Capítulo 22: La Verdad

32 5 0
                                    

Hugo

No podía creer la imagen que estaba presenciando. Hace tiempo no veía a una chica en frente de mi llorar por mi causa. Además esta chica enserio me importaba y no quería verla así. Ver a Lucía sentada en el piso del baño estaba destruyendome por completo, pero no sabía que decir o como actuar. Simplemente me senté delante de ella y seguía sin alzar la viste para mirarme.

—¿Amor que sucede?—trate de calmarla pero fue en vano eso hizo que llorará más-¿Puedes decirme qué pasa?

—¿Estoy haciendo algo mal Hugo?—entre lágrimas me dijo.

—Claro que no amor, a que te refieres con que estás haciendo algo mal.

—Es que no confías en mí, no me cuentas tus cosas y hemos tenido al menos yo suficiente confianza para decirnos todo.

—Lo sé pequeña, pero hay cosas de mi que son muy difíciles de contar.

—Crees que no soy la indicada para saberlas—las lágrimas seguían brotando de sus mejillas.

—Al contrario, siento que eres la persona más especial del mundo—la tomé de las manos y trate de secar sus lágrimas—Simplemente no sabría cómo decirte todo sin miedo a ser juzgado después.

—Nunca te juzgaría por algo que haya pasado en tu vida Hugo—me miró fijamente—Todos en algún momento cometemos errores, es de humanos saber admitirlos y aprender de ellos.

—Hace tiempo atrás cometí muchos errores de los que me arrepiento y me cuesta aveces contarlos porque aún duelen.

Sinceramente todos esos errores me han hecho ser la persona que soy ahora. Nunca le conté nada a Lucía por el miedo a que tuviera una mala imagen de mí.

—Te entiendo y soy estúpida al estar llorando aquí por eso.

—No claro que no amor, se que sentiste como que estaba desconfiando de ti y te prometo que voy a contarte todo.

Ella se levantó del suelo y con sus manos seco algunas lágrimas que quedaban.

—Es momento de que me digas la verdad Hugo.

—Lo haré pequeña pero no aquí, vamos a mi casa y estaremos más tranquilos.

—Ok.

Los dos salimos del cuarto de Malena y aún continuaba la fiesta en la casa. La música seguía y habían personas bailando. Otros en la cocina conversando y bebiendo. Algunos ya inconscientes por tanto alcohol. Pero no había rastro del pelirrojo al parecer ya se había marchado. Lucía fue a despedirse de su mejor amiga y salimos en dirección a mi casa.

Subimos hasta mi habitación y mi novia se sentó de piernas cruzadas sobre la cama. Dejé mi celular y el reloj encima de la mesita de noche. Me senté en su lado y mi mente estaba creando mil maneras de contarle todo a Lucía.

Después de tanto tiempo contar mis cosas del pasado cuestan un poco. Fue un duro trabajo salir de ellas y ahora volverlas a recordar me da mucha tristeza. Hice daño a muchas personas y a mi mismo con mis acciones. Pero estando aquí frente de ella, me hace confiar y darme cuenta de que valía la pena cambiar.

—Desde muy pequeño me gustaba la música, mi abuelo me enseñó a tocar. Siempre le tocaba canciones a mis amigos o los ayudaba con sus novias. Les gustaba igual que a mí y más si yo la interpretaba. Cuando fuimos creciendo nos empezaron a gustar las fiestas, el alcohol, las drogas, fumar y esas cosas de adolescentes. A mis padres nunca les importó que estuviera todo el tiempo de fiesta, porque al final del día siempre estudiaba y sacaba buenas notas.

Tomé un poco de aire porque la decisión de contar esto a alguien era algo difícil.

—Nunca fui de fumar pero al ver a mis amigos hacerlo me animó y cree un vicio. Era un cigarrillo tras de otro, sin esperar si debido tiempo. En una de las fiestas a las que asistí conocí a un chico que me mostró que era la marihuana. Todos mis amigos las probaron, incluyéndome y al principio todo iba normal. Pero un día todo cambio hubo una pelea entre mi mejor amigo y el chico que nos traía la marihuana, me vi implicado en esa pelea por defenderlo a él. Hasta ahí dejamos de seguir consumiendola para evitar problemas como este.

Lucía escuchaba atentamente cada cosa que le iba contando sin quitar su vista de la mía.

—Esas fiestas duraron hasta la universidad, allí seguía fumando, consumiendo drogas y bebiendo en exceso. Hasta tal punto que termine en el hospital porque había perdido demasiado peso y no comía absolutamente nada. Mis padres comenzaron a preocuparse más por mi y quisieron llevarme a rehabilitación pero no acepté. Decidí tratar de cambiar yo mismo gracias a las palabras que me dijo mi abuelo antes de morir.

—¿Qué te dijo tu abuelo?

—La noche que salí del hospital me enteré que mi abuelo estaba en la casa de mis padres. El nunca nos visitaba pero la razón era porque le queda poco tiempo de vida y quería despedirse. Se sentó conmigo en mi habitación, me dijo que tenía muchas cosas por las que luchar en la vida y no podía rendirme. Cogió mi guitarra diciéndome que ella me servirá para desahogarme de tomas mis penas y  olvidar todo el mal que me estaba haciéndome. Le dijo a mis padres que cambiáramos de vida de hogar y que yo necesitaba ser más independiente para darme cuenta que la vida si tenía algún sentido. Sus palabras me llegaron demasiado, sentí que debía hacer las cosas bien por el.

—Por eso te mudaste aquí.

—A la semana de el morir le pedí a mis padres que comprarán una casa para mí, que yo trabajaría y no tendría que depender de su dinero. En el fondo quería cambiar, quería que mi abuelo estuviera orgulloso de mí. Olvidé por completo el cigarro y todos los vicios por un tiempo. Cuando encontramos este lugar para mí fue perfecto. Un pueblo alejado de la ciudad, sin personas en común que conocieran mi historia y me aleje de esas amistades que no me trajeron nada bueno. Además hice mucho daño a personas que en aquel entonces quería y no se si hasta el día de hoy me hayan perdonado.

La mire fijamente a los ojos y tome sus manos entre las mías.

—Te conocí a tí el primer día y eso hizo que mis ganas de estar aquí aumentarán más. Cada encuentro fue por casualidad, seguramente el destino tiene que ver con todo eso. Pero si es así le estaré eternamente agradecido, porque cada cosa que conocía de ti y cada momento que pasaba contigo hacían que me gustases mucho más. Nunca tuve buena relación con ninguna chica, porque siempre estaba drogado, de mal humor y nadie aguantaba eso. Al principio tenía miedo de comenzar algo contigo pero me di cuenta de que valía la pena arriesgarme. Vale la pena arriesgarse y cambiar por ti Lucía. Te convertiste en un motivo para que saliera adelante en este pueblo, para trabajar y así estuvieras tú también orgullosa de mí.

Ella comenzó a sonrojarse y eso hizo que mis palabras cobrarán más sentido. Ella se estaba sintiendo igual que yo y eso me ponía muy feliz.

—Movería cielo y tierra por verte feliz, por verte sonreír.

—Tu eres la única persona que provoca que sonría así Hugo—sus palabras me sorprendieron.

—Pequeña puedes estar segura de que voy a hacer hasta lo imposible para que sonrías así por mucho tiempo.

Nuestros labios se juntaron para deshacerse en un efímero y dulce beso.

—Gracias por contarme todo esto—se despegó un poco de mí para decir.

—Gracias por escucharme y no juzgarme pequeña.

—Te...

No terminó la frase y se quedó en silencio.

—¿Qué ibas a decir?—pregunté intrigado por saber que era eso que no había dicho.

—Nada amor, no iba a decir nada.

Se arrecosto sobre mi pecho y nos quedamos completamente dormidos. Había logrado hacer eso que postergue por tanto tiempo, solo queda que mis demás problemas no se interpongan en la vida que estaba creando ahora.

Porque realmente no hay nada más perfecto que esto.

Porque realmente no hay nada más perfecto que esto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Con Su MúsicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora