Día del padre
(Javier= 7 años)– ¡Salgan todos al patio y busquen a sus padres pequeños!
La profesora dejo salir a sus alumnos y Javier se fue casi corriendo a buscar feliz a su papá, este le había prometido que iría, tenia unos dibujos, una corbata y un chocolate que había comprado con su propio dinero para su mayor.
5... 10... 15 minutos y no lo encontraba, ya todos estaban con sus padres, se sentía confundido, su padre no le podía dejar ahí, el había hecho una promesa, la pequeña convivencia termino y ahora empezaban las actividades padre e hijo, se acercó a una profesora y le agarro del pantalón para llamar su atención.
– N-No encuentro a mi papá maestra... -susurro Javier algo avergonzado.
– Oh, les diré que digan por altavoz tu nombre para que tú papá se acerque ¿Si? -pregunto la mayor.
Este asintió y así lo hicieron pero sin resultado, era claro, estaba solo, su padre no vino, lágrimas salieron y agradeció para irse a sentarse en una de las escaleras para ver a los demás divertirse.
Empezó a llorar por lo bajo, realmente odiaba ese sentimiento de estar solo, sabía que llegando a casa sería peor porque su padre pondría alguna excusa y este lo perdonaría, a su mente llegaron sus tíos y su primo menor por un año, Guillermo, el era amado, sus padres lo criaban sin golpes y le enseñaban sus errores de manera pacífica, el llanto se intensificó, quería ser su hermano, sus tíos lo trataban tan bien que se sentía como uno más ahí, lástima que vivían tan lejos de el.
Al llegar a casa estaba molesto, abrió ya que venía solo y aventó el regalo al suelo mirando con odio a su padre y madre que solo veían televisión.
– ¿Que mierda te pasa escuincle? -dijo con enfado el señor Hernández.
– ¡No fuiste a la escuela! ¡Lo prometiste papá, yo te espere como tonto! -grito el menor y hubiera seguido diciendo más cosas si su madre no le hubiera dado una cachetada.
– Escúchame bien, última vez que le gritas a tu padre y última vez que avientas las cosas -regaño la señora Hernández y el pequeño empezó a llorar- ¡CALLATE! o te daré motivos para que llores de verdad.
– ¡No, no, no! Lo lamento, me iré a mi cuarto, perdón -sollozo Javier con miedo.
– PERO COMO VAS -grito su padre y el menor se fue corriendo.
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– Tus tíos se irán a Argentina -dijo el señor Hernández- ¿Por qué no te vas con ellos?
– Papá... ¿Cómo me iría con ellos? Ustedes son mis padres y aparte los extrañaría mucho... -contesto Javier.
– Nosotros a ti no, de hecho sería un sueño -bromeó la madre pero cuando vio como su hijo saco un par de lágrimas suspiro con enfado- ¿Eres un marica? Era un puto chiste.
– Lo lamento madre, perdón.
– No es tan mala idea Javier, tu madre los va a convencer y te nos vas para allá -señor Hernández.
Según él era un chiste, pero en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en un avión junto a su primo y tía.
– Lo siento madrina, estoy siendo una carga... -se disculpó Javier.
– No eres una carga pequeño, en cuanto Francisco se enteró que vivirás con nosotros se puso muy feliz -dijo Natalia mirando a su hijo que estaba durmiendo.
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Ahora volvemos un poco más adelante, después de la paliza que le dio Juan a Javier este al final estaba bien, prefería que se la hubiera dado a el antes que a su primo Memo, el día donde esté volvió de regreso a casa después de estar en el hospital (cap de tartamudear) después de que su primo se acercó y le prometió que lo protegería en la noche cuando el menor estaba dormido sus tíos fueron a hablar con el de un tema serio.
– Javier... ¿Estás despierto? -preguntaron ambos adultos entrando a la habitación.
– Javi, acompáñanos a la sala, necesitamos hablar.
El menor les hizo caso y los siguió, al llegar se encontró con unas fotos de sus padres y un bebé.
– Ah... ¿Era yo de niño?
– No Javi, tienes un nuevo hermanito -dijo feliz Natalia pero la expresión de su ahijado no era la que esperaba.
Javier se sentía decepcionado ¿Un bebé? El pequeño sufriría bastante con los padres que les tocó, ausentes pero presentes.
– ¿Volveré a México? -pregunto Hernández sin ninguna emoción.
– No... De eso queríamos hablar contigo, tus padres creen que es mejor que te quedes aquí, con nosotros... Con Francisco -soltó el señor Guillermo.
– De ninguna manera, ese bebé me necesita, no quiero que pase lo mismo que yo, quiero volver, quiero estar en México con mi hermano -saco Javier entrando en una crisis.
– Hey, hijo calma, te quedarás con nosotros, tu hermanito estará bien con tus padres.
– ¡No lo estará! Ustedes no saben cómo son esos malditos monstruos, necesito volver ahora -grito el menor.
– Hijo, no nos levantes la voz, solo queremos que estés bien, acá lo estarás -animo Natalia- tus padres son los mejores padres que uno podría tener.
– NO ENTIENDEN, NO ENTIENDEN NADA PUTA MADRE -grito en desesperación Javier para irse a la habitación con cuidado.
– Javier... -susurro Natalia.
– Déjalo, que se calme ¿Si cielo?
La mujer acepto no muy convencida, esa reacción de Javier no la esperaba para nada y como juzgarla, por fuera siempre se vieron los Hernández como una familia perfecta, jamás supieron de los problemas y los tormentos que tuvo que pasar el menor.
Mientras Javier se sentía perdido, supuso que su madre por eso le suplico que se fuera a Argentina, entendía que sus padres no podía mantener a dos hijos, apenas y podían con uno pero Javier estaba dispuesto a trabajar con tal de que su hermano tuviera alguien en quien confiar, alguien que lo escuchará cuando llorará, alguien que lo defendiera, una persona que lo tratara como su hijo, que le diera amor incondicional y le explicará lo que hacía mal con paciencia y con los señores Hernández era algo que no podría conseguir un bebé.
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Nuestra melodía | Mechoa
FanficGuillermo, un chico autista que se sentía menos ante todos por lo que era, claro que a los demás que también eran autistas no los veía así, el problema lo tenía consigo mismo. Lionel quedó embobado del mexicano a primera vista, fue prefecto porque e...