"Espinas y rosas".

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Titano palmeaba sobradamente y con fuerza sus hombros, mientras lo sentaba bruscamente en un sillón de terciopelo azul oscuro. Frente a el se encontraba un gran espejo con luces amuradas a los costados de este. Junto a dónde se sentaba había otros sillones iguales en una pequeña hilera. Parecía un gran camarin.

Al levantar la vista, pudo ver a través de aquel enorme espejo como Titano le daba algunas órdenes a una distancia de el, a una mujer de mediana edad.
Por lo que se podía ver a primera vista era castaña, de cabello corto y de mediana estatura.
Llevaba un bolso colgando en su hombro derecho color negro y en la otra mano un maletín pequeño de metal.
Titano al terminar de indicarle lo que tenía qué hacer en voz baja, se retiro de la habitación dejándolo solo con aquella desconocida.

No reparo en saludarlo cuando paso al lado suyo, evitando todo tipo de contacto visual con el.
No emitió palabra alguna, solamente se acercó apoyando sus dos pertenencias sobre aquella amplia y larga mesada blanca concentrada en sacar solamente sus herramientas de trabajo.
Las cuales por lo que iban apareciendo a su vista se podría decir que se trataban de peluquería.
Varios tamaños de peines se desplegaron frente a sus ojos, tijeras, cepillos y hasta una máquina de afeitar electrica.

En ese momento todo tuvo sentido. Charly solamente atino a cerrar los ojos acompañado de un profundo suspiro, tratando de que la respiración calmara sus dolores musculares y el dolor punzante en su pierna.
El dolor lo hacía recordar, del disparo, de ese día, de ella.
Su rostro venía a el tan vívido como si la tuviera ahí en ese preciso momento junto a el. Hasta podía inhalar su perfume a flores y primavera.

Imágenes venían a su cabeza. Su cara de temor, de desesperación opacando sus hermosos rasgos, tratando de cubrir con sus manos su herida sangrante.
Podía escuchar sus gritos desgarradores por ayuda, sus lágrimas rodando por su hermoso y terso rostro ensuciando su belleza. Dios, la necesitaba tanto, necesitaba tanto su fuerza, su convicción para seguir adelante.

El sonido de las tijeras cortando lo desconcentro, haciendo qué sus ojos se abrieran de par en par encontrándose con su reflejo y aquella señora extraña tras el, cortando mechón tras mechon de su largo y sedoso cabello negro.
Su tan famosa característica registrada de Charly flow.

Solamente le quedaba observar en silencio con rabia e impotencia como poco a poco Charly Flow se esfumaba para siempre de su vida, para darle lugar a este nuevo personaje.
Lo estaban despojando de el mismo, convirtiendolo en un intruso, un extraño para si mismo.
Ya no más hijo, ya no más padre, ya nos más pareja, ya no mas cantante, ya no más Charly.
Ahora tan solo una sombra de lo que algún día fue, un despojo de aquel hombre que acaban de eliminar.
Quería gritar, quería romper todo.
Pero no podía, no tenía otra opción. Era prisionero de si mismo.

Luego de varias horas de trabajo y silencio ensordecedor.
La mujer se retiraba de aquellas espantosas y sofocantes cuatro paredes para dejarlo solo nuevamente con sus demonios.
La falta de sonido reinaba en el lugar haciéndolo insoportable, axficiante.
Sus ojos no se despegaban de aquel suelo blanco de cerámica, no quería subir la vista y encontrarse con aquella persona en el espejo, si lo hacía le daría vida, lo dejaría entrar para siempre.

Luego de varios minutos tomo el coraje y se levantó despacio de la silla, dándole todo el tiempo la espalda a aquel objeto asquerosamente reflejante.
Daba náuseas el tan solo saber que lo estaba observando, esperando a engullirlo en sus garras y nunca más dejarlo ir. Cojeando se acercó hasta un ventanal enorme que abarcaba casi toda una pared, deteniéndose frente a este y perderse en el paisaje, en aquella vista que le brindaba una falsa armonía.

Paso una mano lentamente, casi con miedo. Conociendo el nuevo tacto suave de sus yemas en su ahora barbilla perfectamente afeitada y lampiña.
Su tacto se sentía raro sin barba, sin encontrar esa rugosidad tan particular que sentía al llevar su mano al mentón, el picazón que le causaba su barba recortada.
De golpe sus ojos se enfocaron en el reflejo frente a el, mirando tramo por tramo, pasando su mirada por cada espacio de su rostro buscando un atisbo de su antiguo yo.

"Tenías que ser tu"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora