"En caída libre"

1.9K 83 48
                                    

El líquido agrio quemaba su garganta cada vez qué hacía fondo blanco de su Guaro. No es qué afectará mucho su sistema cognitivo ya qué para el era como tomar agua, pero nunca desaparecía esa sensación de quemazón cada vez qué ingeria su bebida blanca favorita.
Golpeando el vaso de medida pequeña sobre la mesa redonda de madera frente a el, señalo con el dedo hacia las dos personas, quienes estában recostadas frente a Manin en una hamaca paraguaya deleitándose también con el sabor amargo del Guaro y la Lima.
Apretando los dientes y entrecerrando los ojos escupió las palabras.

- Esa hembra se muere, por qué se muere.

Caronte como siempre su lamebotas contesto automáticamente como un soldado frente a su coronel acatando a la orden qué acababan de asignarle.

- Claro qué sí firma, usted diga qué yo le hago la vuelta.

- Vos no pichurria..anda, hace algo bien en tu vida y tráelo al Titano..

La decepción se formó en los rasgos de Caronte al escuchar qué no había sido elegido para su misión. El pensaba qué confiaba con eso su jefe, su firma, sin embargo queria al culicagado aquel con tacones.

- ¿Que pues gonorrea? ¿Querés una invitación? Pa hoy.

- Si firma, ya se lo traigo.

- Pedazo de baboso.

Manin siguió con su mirada a Caronte observando como lentamente se alejaba por entre medio de los rosales en busca de Titanio hasta perderse de su vista.
A los pocos minutos volvio a emerger con Titano a su lado.
Caronte caminando un poco más delante, con su cara ilegible y paso apretado y el segundo venía limpiandose las manos de grasa de algún motor qué estaría arreglando. Quizás alguno de los generadores de luz qué alimentaban la riega de los cultivos de rosas y cada tanto se averiaban.

- Acá se lo traje firma.

Llegó hasta Manin parándose frente a el con sus manos juntas detrás de su espalda, levantando la barbilla en signo de orgullo por sastifacer a su amo.

- ¿Me buscaba jefe?.

Manin paso la mano por su calva mientras se servía otra medida de guaro.

- Vení, te tengo un encargo.
Necesito qué armes una rumba ni el berraco e invites a todos los de Surrond y los de Maiki y ahí cuando estén todos de rumba, le das piso al garfio.

Los ojos de Titano se iluminaron con un brillo oscuro y una sonrisa macabra comenzó a dibujarse en su rostro, dejo de limpiarse las manos en el trapo blanco qué había visto mejores tiempos y se dedicó a mirar únicamente al hombre frente a el, la persona qué le estaba dando una segunda oportunidad de poder vengar la muerte impune de su amado hermano, saldar lo qué le había quedado pendiente.

- Sí firma, con gusto le hago la vuelta. Usted sabe qué se la tengo jurada a esa sapa.

- Bueno pero no la cagues de nuevo, huevón..hacelo bien y mándala pa el otro lado está vez.

Caronte escuchaba atentamente todo, cambiando su mirada de su firma a Titano. Mirando como una pizca de orgullo aparecía en los ojos de Manin al hacerle ese encargo a su competencia y no pudo evitar hacerse ver con su jefe, la sensación de sentirse desplazado lo abrumaba.

- Yo lo puedo ayudar firma.

- ¡Ayuda este, baboso!.

Manin se agarró la entrepierna cuando le dijo eso, enfatizando bien el gesto.
Caronte no dijo nada como buen soldado y solo se quedo parado al lado de Titano para escuchar la siguiente orden qué su superior le daría.
En cambio Titano se tocó la gorra y asíntio alejándose, sabía qué ya no había por qué quedarse, ya todo estaba dicho. El no estaba para rendirle honor ni admiración a nadie. Solamente estaba donde estaba por qué le convenía para sus fines, no como Caronte qué haría lo qué fuera para sentirse útil o especial para los ojos del mafioso más grande de Medellín.

"Tenías que ser tu"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora