¡Sobre sus pasos!

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El pavimento bajo sus pies retumbaba cada vez más fuerte en su cuerpo al ritmo de aquel trote. Las gotas de transpiración recorrían su espalda y pecho y su respiración era controlada pero alterada.

La ciudad daba a conocer su nuevo día bajo la luz de aquel amanecer. La brisa tibia acompañaba el murmullo de aquella ciudad aún somnolienta.

A Yeimy le encantaba salir a correr bien temprano. Antes que el tráfico y el caos habitual de aquella metrópoli se diera a conocer.

Disfrutaba de la tranquilidad y el sonido pacífico de las hojas verdes danzar con el suave viento, los colores mezclándose entre las nubes dando la bienvenida a aquella gran estrella candecente.

Era su momento del día, su única rutina que no cambiaría nunca por nada. El único momento en el que se encontraba a si misma con sus pensamientos.

Doblo una esquina, lo cual le daba la vista a un hermoso parque plagado de árboles rebosantes de vida y espacios verdes a todo su alrededor. El cantar de los pájaros le daba la bienvenida al calor que ya comenzaba a elevarse cada vez más.

Era un hermoso País Puerto Rico. Lleno de cultura, sabores, sonidos y colores. Hacía dos semanas que ya se había instalado Yeimy allí y aún no dejaba de sorprenderse de aquella hermosa San Juan.

Ensimismada con el paisaje a su alrededor y la paz que aquella actividad le brindaba. De golpe un escalofrío recorrió su columna vertebral provocando que se detuviera en seco, en el lugar mirando hacia todos lados. Estaba desconcertada, no entendía bien que estaba sucediendo pero la sensación de ojos vigilándola la invadió.

Se podría decir que justamente ella no era una amateur en el ámbito de ser perseguida, acostada, acechada.

Todos sus sentidos de emergencia prendieron una luz roja en ella, provocando su corazón bombear cada vez más sangre. Sin pensarlo mucho, retomo de nuevo su trote, pero está vez observando hacía todos lados.
Sin relajar los músculos.

Sus hombros comenzaron a tensarse cada vez más al igual que su mandíbula. Sus pupilas se encontraban dilatadas tratando de poder captar algún detalle que la hiciera reaccionar ante cualquier ataque.

De golpe una camioneta Mercedes Benz color negra, polarizada giro una de las esquinas de aquel parque.
Al ser abierto Yeimy tenía una visión panorámica de 360 grados, lo que hacía que pudiera seguirla con la mirada mientras lentamente rodeaba el parque.
Sabía que algo no andaba bien y que ese automóvil estaba ahí por ella. No sabía cómo, pero lo intuía.

Intentaba agudizar su visión para poder sacar algún dato que le sirviera. Quizás pensaba que solamente era su mente jugándole una mala pasada, mostrándole una vez más que nunca podría vivir tranquila sin tener el miedo de que alguien la quiere muerta.

Pero cuando sus pasos por inercia comenzaron a acelerarse y la camioneta alzaba su velocidad también. Lo sabía. No era ninguna jugarreta de su cabeza.
Sin pensarlo comenzó a correr sin volver otra mirada al vehículo. Cruzo aquel sendero que dividía al medio el parque para acortar las distancias y llegar a la vereda. Su dirección era regresar al hotel en el que se encontraba.

Sin medir su respiración ni agitación, siguió corriendo. Podía sentir sus músculos comenzar a quemar y su cabeza latir.
De golpe el miedo la invadió no por ella, sino por sus hijos que se encontraban junto a ella en la gira.

Su cabeza se encontraba perdida en miles de posibles futuros, que había perdido la noción de aquel auto. De golpe al cruzar la esquina que daba al hotel la camioneta clavo sus frenos delante de ella causando que tropezara con el cordón de la vereda al recular para no ser atropella.

"Tenías que ser tu"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora