Cosas del destino.

1.9K 99 127
                                    

Habían pasado ya vários días, desde aquella noche en la casa de Vanessa. Esa fue la última vez en que la vio, la toco, la beso. Esa noche, en la que sentía que su corazon iba a estallar de felicidad al tenerla entre sus brazos, pensando con un futuro juntos los dos. Pero como siempre su felicidad no duraba demaciado, era como si la vida se empecinara en joderlo, todo en cuestión de segundo se había ido a la mierda.

Desde aquella noche, no habia sabido mas nada de Yeimy y no porque el no lo haya intentado. Insistió noche y día, llamándola miles de veces para ser recibido por su buzón de voz, el cual lleno su casilla de mensajes, pidiendo que le devolviera la llamada, que por favor hablarán. Tambien utilizo el recurso del Whatsapp, viendola miles de veces en linea, pero nunca respondiendo sus mensajes, ni siquiera el visto le clavaba y eso dolía aún mas. Por que ni siquiera, se molestaba en leer sus mensajes. Hubiera preferido el humillante tilde celeste, antes que la nada.

Paso sus días desesperado, con el telefono en la mano a toda hora, corriendo a verificarlo cada vez que sonaba, con la esperanza de que fuera ella, pero todos eran menos ella. Hasta una tarde condujo hasta su casa. Llegó y golpeó desesperadamente su puerta, una y otra vez, a pedirle que hablarán, que por favor abriera la puerta, necesitaba verla. No le importaba si estaba su hijo o quién fuera. Se quedó horas, sentado en la puerta esperándola. Pero nadie había contesto. El sabía que ella estaba dentro, la sentía, sentía que no lo queria atender y eso le calo mas profundo en su pecho.  Dándose por vencido, se alejo esa tarde de su casa, con la cabeza baja.

 Charly empezó una monotonía con sus días, comenzaban a pasar sin sentido alguno. Ya la alegría que sentía al despertarse cada mañana, al saber que la vería y estarían juntos ya no existía más. Solo se levantaba, cumplía con sus obligaciones. De Gray Shark a su departamento, de su departamento a Gray Shark. Debés en cuándo, tenía qué ir a visitar a su tío, para seguir su fachada. Además otra opción no tenía, si no lo hacía seguido, mandaba a el lavaperros de Caronte, para llevarlo a la finca. 

La última vez que tuvo que aparecer por allá, para contentar a Manin. Tuvo qué festejar con el por qué habia cerrado un acuerdo, para empezar a traquetear fuera del país. A decir verdad le importaba cinco los negocios que hacia o dejaba de hacer la rata imunda de su tío.  La realidad era qué lo único qué le importaba, era volver a verla, arreglar las cosas, sacarse esta amargura que estaba sintiendo, al no estar con su reina.

 Pero ahí estaba,  poniendo su máscara una vez más, fingiendo qué todo estaba bien. Cómo siempre, estando al servicio de los demas, haciendo lo que esperan de el, mostrandose a gusto, feliz. Conteniendo sus verdaderos sentimientos, no pudiendo mostrarse en realidad, triste, roto, en vez de estar riendo, bailando y tomando como si todo estubiera perfecto en su mundo. Conteniendo el impulso de salir corriendo de ahí, irse lo más lejos posible de esas mujeres fáciles que se echaban encima de el, tocándolo, observandolo, como si de un trozo de carne se tratara. El podia percibir el perfume fuerte, barato, que llegaba a sus fosas nasales, haciendo que su estómago se revolviera.  No eran las suaves notas de su perfume de vainilla.

El solamente fingia, fingia estar de rumba, fingia ser mujeriego, fingia ser complice de los malos negocios de su tío. Era la única alternativa qué tenía para sobrevivir y poder proteger a los suyos. No podía dejar que en ningún momento la máscara cayera, tenía la mirada antenta de su tío sobre el, observando, esperando a esa fisura en su disfraz y poder atacar. Sabía que su tío no confiaba en el a ciegas, sabia que su tio no era ningun tonto y que podia intuir que el no era el mismo Charly de antes. Asi que no podia darse la libertad de cometer ningún error qué pueda hacer  acrecentar sus dudas. Así se quedó un buen rato bailando con esas mujeres, acariciandolas, bebiendo, haciendo reir a Manin y sus secuaces, en pocas palabras el payaso de la fiesta. Mientras su que por dentro, su corazon pedía a gritos escaparse de ahí y refugiarse en Yeimy, en su hogar, su todo. 

"Tenías que ser tu"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora