Capítulo 1: El internado.

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Una joven con el cabello de color rubia oscuro, ojos verdes con un toque grisáceo, piel de porcelana, pecas a en las mejillas y en la nariz, labios gruesos con un toque rosados, bajaba las escaleras del departamento que compartía con su madre de manera apresurada y con el móvil en la mano.

- ¡Madre! ¡¿Me has enviado a un internado de chicas?! -La joven terminó de bajar las escaleras y se apresuró a llegar a la cocina donde su madre estaba cocinando.

- ¿Qué te pasa ahora Livian? -La mujer mayor de unos 45 años no dejó de cocinar ni para mirar a su hija un par de segundos.

- ¡¿Por qué me has enviado a un internado de chicas?! - La joven se sentó en unos de los taburetes que hay enfrente de la encimera - No pienso ir, aquí estoy bien, tengo mis amigos, mi instituto, estoy casi para entrar a la universidad.

- Allí conocerás a más personas, harás nuevos amigos, además, no puedo cuidarte sola, estoy harta de estar todo el día pendiente de ti - La mujer se giró para mirar a su hija con desprecio.

- Madre, tengo 19 años, puedo cuidarme sola como he estado haciendo hasta ahora, pero no me hagas irme. -La joven se aguantaba las ganas de llorar mientras apretaba los puños debajo de la mesa. - Te juro que no tendrás que estar pendiente de mí, pero no quiero irme.

- ¡Me da igual lo que quieras! ¡Te irás y punto! - La joven abrió los ojos sorprendida cuando su madre pegó un golpe a la mesa.

- ¿Por qué me haces esto? - La joven se puso de pie enfrente de su madre.

- ¡Por qué estoy harta de ti! ¡Tu padre me dejó por tu maldita culpa! ¡Tu eres mi desgracia y no pienso cuidar más de ti! - La madre abofeteó la mejilla de su hija quien no podía estar más dolida y decepcionada.

- Madre... - La joven no terminó la frase cuando subió corriendo a su habitación.


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La joven después de estar un par de horas sin saber qué hacer exactamente empezó a hacer las maletas con toda su ropa y accesorios personales.

Después de estar un par de horas arreglando su maleta y todo lo que se iba a llevar decidió llamar a su amiga para contarle la decisión de su madre.

Cuando terminó la llamada se sintió un poco aliviada al saber que no dejarían de hablar.

Bajó las escaleras con su maleta en la mano mientras esperaba esperanzada que su madre cambiara de opinión a última hora.

Su madre estaba sentada en el sofá mirando la televisión.

- Madre - Intentó llamar su atención - Por lo menos podrías dejarme en el aeropuerto - Su madre la miró insignificante.

- Puedes irte sola, tienes un taxi esperándote fuera - Su hija la miró incrédula - Venga, perderás el avión, ya te llamaré cuando me apetezca hablar contigo.

- Increíble - Salió murmurando de la casa sin despedirse para después montarse en el taxi - Al aeropuerto por favor.

Una media hora después había llegado al aeropuerto y estaba montada en el avión esperando a que el avión despegara, tenía todas sus pertenencias guardadas arriba del asiento, no quería perderlas de vista. Estaba bastante nerviosa porque era su primera vez viajando sola, pero para evitar los nervios intentó utilizar el teléfono para leer durante el vuelo, pero fue en vano al ver que no se concentraba.

- Disculpe señorita, ¿Podrías darme un vaso de agua, por favor? - Escuchó a la mujer mayor que tenía sentada a su lado hablándole a la azafata quien le dio una botella de agua que tenía en el carrito. - No tengas miedo, los vuelos son bastantes seguros, llevo toda mi vida viajando y precisamente no es que tenga poca edad- La señora mayor le guiñó el ojo intentando tranquilizar a la muchacha.

~Los secretos nunca se confiensan~.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora