Capítulo 25: Heridas abiertas

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Livian:

- El diablo tiene sed de sangre.

No tenía escapatoria, mi espalda chocaba con la fría pared, mi respiración estaba agitada, mi pecho no paraba de subir y bajar a un ritmo acelerado por el pánico que causa sus palabras sobre mí.

No tienes escapatoria, no tienes escapatoria, no tienes escapatoria.

¡Huye! ¡Huye! ¡Huye!

No podía pensar con claridad por todas las emociones que estaba sintiendo a flor de piel, miedo, pánico, decepción, ni si quiera sabía cómo plantarle cara al diablo, pero claro, nadie puede plantarle cara al diablo.

A no ser que seas una estúpida que no le tenga miedo a nada, pero en está situación no es mi caso.

Bajé la mirada un par de segundo a mi cuerpo, todavía me estaba recuperando de aquellas marcas, ni siquiera sabía como me la había hecho, pero el ardor seguía marcando mi piel.

- N- no te acerques - Miré a mi alrededor por si tenía algún objeto con el que defenderme, pero no había nada útil. - P- por favor, no te acerques más - Dan parecía no importarle mis súplicas, su mirada estaba cegada de maldad.

- ¿Es cierto lo que dice mi hermanito? - Volvió a dar otro paso hacía mi. - Sabía que eras valiosa, mi jefe te quiere, pensé que era por obsesión desde que te vio, pero ahora no puedo llevarte hacía él.

- ¿L-le conozco? - No sé cómo mi voz seguía saliendo, pero agradecía que en estos momentos no me abandonara.

- Claro que le conoces, yo diría que muy bien - Su carcajadas me daba repugnancia. - Siempre has sido una pieza del ajedrez, yo diría que incluso eres la reina.

Sus manos llegaron a cogerme la cara, su rostro estaba bastante cerca del mío, tan solo unos centímetros nos separaban, mis ojos conectaron con los suyos, por mucho que buscaba algo de piedad en sus ojos solo me demostraba maldad y rabia reflejados en ellos.

- Eres la reina de uno de mis mayores enemigos linda, y un rey sin su reina, ya sabes, jaque mate... Si el rey cae, caen todos, por lo tanto volveré a ser el que mayor poder tenga en este maldito mundo.

Intenté alejar sus manos de mi cara, pero fue en vano, nada más que vio mi intención me cogió las manos con una de las suyas y me dio una bofetada.

Mi mejilla derecha ardía, estaba segura de que tendría su mano marcada.

- N-no tengo nada que ver... - Murmuré mientras me acariciaba la mejilla lastimada.

- Pero es tu consecuencia por salir con el jefe de los "sigilosos" - Negué con mi cabeza despacio - Es una lástima que tu querido novio te haya mentido, te ha estado ocultando su verdadera identidad.

Miré para otro lado, no podía seguir escuchando lo que tenía que decirme, no podía dejar de pensar en Drake y sus malditas mentiras.

- Por tu expresión puedo saber que no sabes nada sobre tu noviecito, pero no puedes huir del mal, ya te ha atrapado - Dan intentó agarrarme de los pies, como instinto levanté mi rodilla dándole con ella en su barbilla.

- Empieza el juego dulzura. - Dan volvió a darme un puñetazo en la cabeza, por acto seguido caí al suelo dolorida, aprovechó mi momento de debilidad para ponerse encima mía a horcajadas para volver a darme puñetazos, uno detrás de otro.

Intenté golpearle, levantar mis rodillas, pero fue en vano, él tenía más fuerza e incluso estaba inmovilizada.

Durante esos minutos solo podía sentir su respiración agitada mientras recibía un puñetazo tras otro, uno en la mejilla, otro en la ceja, otro en la mandíbula.

~Los secretos nunca se confiensan~.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora