Fresas con chocolate +18

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Un par de golpecitos en la puerta seguidos de una voz de mujer me despertaron.

Gavi gruñó a mi lado, tapándose la cabeza con la manta.

Me levanté y abrí la puerta.

La sorpresa se reflejó de inmediato en mi cara cuando una mujer entró en mi habitación con un carrito, en el que había un ramo de tulipanes amarillos, mis favoritos y un desayuno completo.

La mujer se fue y yo me quedé mirando eso.

- ¿Has sido tu? -pregunté mirando a Gavi.

Se levantó un poco, apoyándose en el cabecero con un brazo detrás de la cabeza.

Sus músculos del estómago se contrajeron y mi mirada se perdió por ahí.

- No. -admitió.

Me giré de nuevo hacia las flores y el desayuno, había una pequeña nota entre ellas.

La abrí y la leí.

"Para mi niña bonita. E."

Eric.

- Ha sido Eric. -murmuré.

Escuché reír a Gavi y me giré para mirarle.

- Era verdad que estaba intentando conquistarte. -se rio, de lo más tranquilo.

- Joder. -murmuré estresada.

- Pienso comerme ese desayuno. -se levantó y cogió la bandeja llena de comida, llevándosela a la cama de nuevo. 

Me acerqué a él, algo nerviosa al ver tanta comida.

Gavi me miró un segundo.

Había fresas con chocolate blanco, zumo de naranja, huevos revueltos, yogur y arándanos.

Gavi cogió una fresa en su mano y me miró de nuevo.

Yo me acerqué a él y abrí la boca, nerviosa.

Mordí la fresa y vi como Gavi sonreía.

- Puedes comerte tu el yogur y los arándanos, yo me como los huevos revueltos. -me miró hablando tranquilo.

Adoraba como entendía lo mucho que me costaba eso, pero no me forzaba.

El yogur estaba bien, podía con eso.

Podía intentarlo si él comía conmigo.

- Las fresas para las dos. -dije y él abrió mucho los ojos, con una sonrisa que no le cabía en la cara.

- Solo si dejas que te las de yo. -se encogió de hombros.

- Trato. -dije con una risita.

Me tumbé a su lado y los dos empezamos a comer, Gavi me hablaba y me explicaba cosas sobre el próximo partido que era en dos días.

Me despistó tanto que cuando quise darme cuenta me había acabado el yogur y él cogía el plato de las fresas.

Me dio dos fresas a mi, que las mordí con suavidad, mientras él me miraba muy serio.

- Deja de mirarme con esos ojos, Pablo. -murmuré, me ponía nerviosa.

- ¿Qué ojos, ángel? -su voz sonó ronca y se movió más cerca de mi.

- Esos ojos. -no podía dejar de mirarle.

- Ciérralos, ángel. -pidió casi en un susurro.

Ya estaba demasiado cerca.

Los cerré.

¿Por qué cojones siempre le hacía caso?

- Buena chica. -murmuró y yo apreté las piernas de forma involuntaria al escucharle.

Silencio +18 - GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora