Cena +18

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Volvimos a Barcelona unos días después.

La felicidad que nos rodeaba era tan grande que no nos cabía en el cuerpo.

Gavi no se separaba de mi y mucho menos dejaba de besarme sin parar.

Estábamos haciendo mudanza y aun no me lo creía.

Él aseguraba que no se quería separar de mi y que quería llegar del entrenamiento y encontrarme a mi en casa.

Así que ahí estábamos, llevando sus cosas y haciendo hueco en mis cajones.

- ¿La play en el salón o en la habitación? -preguntó entrando en la que a partir de ahora iba a ser nuestra habitación.

- En el salón, aquí no. -me reí al ver su cara de indignado.

Bajo de nuevo y escuché como cantaba mientras la colocaba.

Un rato después, mientras yo seguía colocando nuestra ropa, escuché que llamaban al timbre y poco después un montón de pisadas subiendo a toda velocidad hacia la habitación.

Ay.

Nadia fue la primera en irrumpir con fuerza, seguida de Pedri, Javi y Eric.

- ¡Cuidado! -grité al ver las cajas esparcidas por la habitación con las que casi se matan.

- ¡Necesito ver el anillo! -gritó Nadia corriendo hacia mi y levantándome la mano de un tirón.

Solté una carcajada mientras ella inspeccionaba el anillo y Pedri llegaba para hacer más de lo mismo.

- Por fin ha marcado bien el territorio, eh. -se rio Pedri.

- Estoy muy contento por ti, Val. -fue Eric el que se acercó y me dio un abrazo fuerte.

- ¡Me acoplo! -gritó Javi tirándose encima de los dos.

Cuando me separé de ellos, vi a Gavi apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados y una sonrisita.

- Pienso ser dama de honor. -me señaló Nadia.

- No te preocupes por eso, estaba claro. -aseguré.

- Supongo que yo también seré quien te acompañe. -Pedri miró a Gavi.

- Eric también, junto a Javi, quiero que lo seáis los tres, sois importantes para ella, así que sí. -sonrió Gavi.

Eric abrió mucho los ojos.

- ¿Enserio? -preguntó sin creérselo.

- Sí, lo hablamos cuando volvíamos de Sevilla. -contesté yo.

- Vale, tenemos que ir a cenar, hay que celebrar esto ahora mismo. -sentenció Javi y todos nos reímos.

- Dejad que me cambie y podemos irnos. -hablé yo.

Gavi se los llevó a todos abajo para que pudiese cambiarme con tranquilidad y un rato después estábamos todos de camino al restaurante.

Estábamos todos sentados comiendo cuando un pie por debajo de la mesa empujó mi pierna.

Levanté la vista y los ojitos marrones que tanto adoraba me miraron divertidos.

- Voy un momento al baño. -sonrió y se levantó.

Nadie le hizo caso, estaban demasiado absortos en su conversación.

Sonreí.

Le había entendido a la perfección, así que no dudé en levantarme con cuidado y desaparecer también.

Entré al baño lentamente, temiendo que hubiese alguien.

- ¿Pablo? -murmuré nerviosa.

Un brazo tiró de mi y me metió en uno de los cubículos.

Seguido de sus labios, que se estamparon contra los míos.

- Lo siento, ángel, llevas estando preciosa toda la noche y no lo he podido evitar. -murmuró contra mi boca.

Sonreí sobre sus labios y le devolví el beso sin dudarlo.

Gimió contra mi boca cuando sus manos encontraron mi culo y lo apretó como a él tanto le gustaba.

Apreté más mi cuerpo contra el suyo, dejándole hacerme lo que él quisiera.

Sus manos se colaron debajo de mi vestido con cuidado, como si temiera romperlo.

Solté una risita y él me dio una nalgada, sacándome un gritito que tapó rápidamente con su boca contra la mía.

Y sus dedos encontraron el camino que tanto anhelaban, colándose bajo mi ropa interior y sintiendo lo empapada que ya estaba por su maldita culpa.

- Joder, ángel. -gruñó contra mi boca y yo casi me caigo cuando las piernas me fallaron.

Me hacía sentir en el cielo con cada toque, roce o beso.

Sus dedos se colaron en mi interior, haciéndome temblar de nuevo.

Santo cielo.

Bajé mis manos por su pecho, por encima de la camisa que se había puesto.

Bajé hasta encontrar el cierre de sus pantalones, entreteniéndome en bajarlo, torturándolo mientras él me torturaba a mi con sus dedos en mi interior.

Gimió cuando los bajé un poco y dejé su erección al aire, apuntándome a mi, perfecta y lista para mi.

Envolví mi mano a su alrededor sin dudarlo.

Gavi soltó un gemido ronco, mordiéndose el labio al sentirme a su alrededor.

Aceleró el ritmo de sus dedos y yo empecé a bombear su erección, sintiéndolo tensarse entre mis dedos.

Le adoraba, joder.

Mis paredes empezaron a cerrarse contra sus dedos, llegando a mi máximo, sus besos en mi cuello y mi boca, llevándome al maldito límite.

Me temblaron las piernas por completo cuando llegué a mi punto y Gavi no dudó en cogerme por los hombros y no dejarme caer.

Sonreí y dejé que mis rodillas cedieran, arrodillándome delante de él.

Su erección justo enfrente de mi.

Su respiración totalmente acelerada.

Sonreí, triunfante y me la llevé a la boca sin dudarlo.

Gimió mi nombre en un susurro tapándose la boca cuando la metí casi entera en mi boca y gemí cuando tocó fondo.

Me encantaba escucharlo.

Sentí como me llenaba la garganta después de unos minutos y sonreí al saber que había tardado tan poco gracias a mi.

Me levanté y mis ojos conectaron con los suyos de nuevo.

- Nos vemos en la mesa, Pablo. -le sonreí y salí del baño, colocándome bien el vestido y sin poder parar de sonreír al escucharle gruñir detrás de mi.

Me senté en la mesa y me puse a hablar como si nada con los demás.

Gavi llegó unos minutos después, con las mejillas rojas y los ojos brillantes.

No dejó de mirarme en ningún momento mientras yo seguía hablando.

- ¿Dónde estabas? -le preguntó Pedri.

- En el baño. -murmuró él sin dejar de mirarme.

Pedri me miró cómplice y yo le sonreí en respuesta, él se pasó la mano por la cara.

- Bueno, ¿qué tal si hablamos de la boda de una vez? quiero ser el padrino más guapo. -comentó Javi cambiando de tema, llamando la atención de Gavi por fin.

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GRACIAS A TODAS POR LOS MENSAJES DE AMOR, OS ADORO

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