Esa noche, después de la gala, cuando todo el hotel estaba dormido, me puse una sudadera negra con capucha y salí de mi habitación con tal solo mi teléfono.
Me sentía como una chiquilla de quince años escapándose para ver a su novio prohibido.
Cosa que no estaba tan lejos de la realidad.
Corrí por el pasillo y bajé hasta recepción, donde el chico que me había dado la primera vez las llaves de uno de los coches, estaba sentado.
- Hola, ¿hay algún coche? -pregunté con una sonrisa tímida.
- Han llamado hace un rato para pedir uno, pero sigue fuera. -señaló.
- Perfecto, muchas gracias. -corrí hacia fuera y el aire frío de la noche me golpeó con fuerza.
Busqué el coche y lo vi en la esquina, el coche negro que siempre usaban los chicos.
Abrí la puerta del piloto y se abrió directamente.
Las llaves estaban puestas y una nota descansaba en el asiento del copiloto, junto a un ramo de tulipanes amarillos, mis favoritos.
Como adoraba esas flores.
Cogí la notita y la desdoblé.
"Conduce hasta esta dirección y busca el silencio de las olas, ángel"
Sonreí y puse la dirección en el coche.
Aceleré, casi no había tráfico a esas horas de la madrugada y podía ir tranquila, aunque mi corazón bombeaba a toda velocidad.
Le quería, madre mía le quería.
Y no precisamente poco.
Me hacía tan feliz que mi niña interior se sentía en paz con él.
Conseguí llegar a la dirección unos quince minutos después y cuando me bajé del coche, me i cuenta de que había una escalera que llevaba a una playa algo escondida, por donde se escuchaba el sonido de las olas romper contra las rocas y la arena.
Sonreí y bajé las escaleras casi trotando, iluminando mi camino con la luz de la linterna.
No había nadie, estaba totalmente desierto.
Menos por una sombra sentada en la arena, al lado del agua.
El agua no le rozaba de milagro.
Caminé con el corazón cada vez más acelerado hacia él.
- Hola. -murmuré sintiéndome como una niñita otra vez.
Me senté a su lado, quitándome la capucha de la cabeza.
- Hola, ángel. -se giró hacia mi, sonreía de forma tímida.
Él también estaba nervioso.
Esto era algo que no podíamos hacer.
Y aun así, ahí estábamos, los dos juntos, desafiándolo todo para poder vernos a solas.
- Gracias por las flores. -sonreí.
- Tengo otra cosa más. -rebuscó en su pantalón y sacó una cajita.
Mi corazón se saltó un latido al verla.
La abrió y un anillo de plata, completamente simple, sin nada, brilló en su interior.
Lo miré ilusionada.
- No es un anillo de compromiso, ni tampoco algo exagerado, porque era algo que quería que llevases siempre, una promesa, una promesa de que cuando termine el mundial, seré tuyo y tu mía de forma pública, una promesa de que quiero que seas mi mujer algún día y que no pienso irme, puede que suene precipitado o tal vez me mandes a la mierda, pero creo que me he enamorado de ti, joder no lo creo, lo sé, te vi en esa maldita grada y supe que tenías que ser para mi. -se trabó al hablar, nervioso.
- Te quiero, Pablo. -murmuré mirándole a los ojos y él se calló de inmediato.
Sacó el anillo y cogió mi mano, colocándomelo con suavidad.
- Yo también te quiero, y odio esto. -juntó su frente con la mía.
- Solo unas semanas más. -sonreí solo de pensar en el anillo que me acababa de dar.
No dudé en juntar nuestros labios.
Él se dejó caer hacia atrás, en la arena y sus manos se colaron bajo mi sudadera, levantándola.
Nuestra ropa terminó hecha un montón a nuestro alrededor, los dos desnudos, uno encima del otro.
Por suerte, había llevado condón de nuevo y no había de que preocuparse.
Nos besamos.
En silencio.
Nuestros gemidos ahogados por la boca del otro.
Solo el sonido de las olas rompiendo a nuestra espalda.
Solo la luna viéndonos.
Solos.
Lo besé con toda la intensidad y amor que pude.
Y él me llenó a mi por completo.
Entró en mi y me besó de nuevo, moviéndose con cuidado.
Esta vez era diferente.
No era rápido.
No era necesitado.
Estaba lleno de amor de verdad.
Y por primera vez en la vida, me sentí que alguien me quería de verdad y entendí el significado de la palabra amor.
Sus manos jugaron con mis pechos y apretaron mis caderas mientras yo enterraba mis dedos en su pelo y mordía su labio inferior.
Una ola subió más de lo que tocaba y nos golpeó, mojándonos de la cabeza a los pies.
Los dos soltamos una risita y volvió a besarme, esta vez sus labios salados.
Nos movimos y quedé yo encima de él, el mar ahora rozándonos con cada ola.
- Hemos puesto nervioso hasta al mar, ángel. -murmuró contra mis labios.
- Silencio, Pablo. -murmuré con una sonrisita.
- Silencio, ángel. -murmuró de vuelta.
Y supe que eso se había convertido en algo así como nuestro para siempre, nuestro te quiero más sincero era esa maldita palabra.
Lo monté con suavidad, hasta que mi cuerpo colapsó y el suyo con el mío.
Cayó de nuevo hacia atrás, conmigo en su pecho y nos quedamos así un rato.
- Tenemos un pequeño problema ahora. -murmuró riendo, su pecho vibró.
- La ropa se ha mojado, ¿verdad? -me reí.
- Hay que ponérsela igualmente, no podemos entrar al hotel sin ropa. -se levantó estrujando la ropa mojada.
Ay dios.
- Yo entraré primero, luego entra tu. -hablé intentando ponerme la ropa mojada.
Él asintió.
No dijimos nada más, no hacía falta.
Su mano descansó en mi muslo todo el camino de vuelta al hotel.
Nos despedimos con un beso y salí del coche, aun empapada, corriendo por las escaleras hacia mi habitación.
Con una promesa en el dedo.
Y otra mucho más grande en el corazón.
Ahora sí que tenía ganas de que terminase el mundial de una vez.
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me llenan el corazoncito valeria y gavi <3
OS LO SUBO AHORA Q LUEGO HAY CLASICO CHIQUISSSS
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Silencio +18 - Gavi
FanfictionValeria lleva saliendo tres años con Eric Ruíz. Siempre han dicho que estarán juntos hasta que la muerte los separe. Pero la muerte tiene nombre y apellido, Pablo Gavi. Cuando Valeria se topa con el sevillano con problemas de ira, se dará cuenta de...