Borracho +18

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Volvimos a casa más tarde que nunca.

Conduje con cuidado porque había bebido un poco y teníamos que llegar sin ningún susto.

En cambio, Gavi..

Iba trifásico perdido.

No podía dejar de reírme al verle o escucharle.

Después de lo que había pasado con esa tal Sam, habíamos seguido jugando y riendo con sus amigos y él no había parado de beber.

- ¿Te he dicho alguna vez que tengo a la mejor novia del mundo? es la más guapa. -comentó cuando yo aparqué y le ayudé a quitarse el cinturón.

- Podrías decirlo más veces. -me reí.

- ¡Tengo la mejor novia del mundo! -gritó y yo le tapé la boca de inmediato.

- Vas a despertar a tu familia, Pablo. -le reñí.

Pero él se movió y se metió mi dedo en la boca, chupándolo.

Solté una risita.

- Eres un cerdo. -le aseguré mientras salía y iba a ayudarle por el otro lado.

- Y tu estás muy buena. -aseguró él.

Los dos bajamos del coche y empezamos a entrar en casa, subiendo las escaleras.

Gavi iba detrás de mi y sus manos fueron a parar en mi culo.

Lo manoseó a su antojo, apretándolo, hasta que me dio una nalgada y no pude evitar el calor que me subió por el cuerpo.

- Basta. -susurré tirando de él más rápido.

Le dio igual.

Entramos a su habitación a trompicones y cuando cerré la puerta, estampó su cuerpo con el mío, colando sus manos por debajo de mi ropa, quitándomela.

- Pablo.. -gemí cuando tiró de mi pelo hacia atrás y besó mi cuello.

Estaba borracho y me acababa de desnudar en un solo segundo.

Joder.

- Ángel, eres lo más increíble que he visto nunca. -admiró mi cuerpo y acarició mi mejilla.

Me movió hasta la cama y me tumbó en ella, tirando de mis piernas para colocarlas en sus hombros.

Oh santo cielo.

Se arrodilló y su lengua no tardó en pasar a saludar entre mis piernas.

Subió una de sus manos, rozando mis pezones totalmente duros y me tapó la boca para amortizar mi gemido.

Y su lengua empezó a jugar conmigo, lamiendo, succionando y tentando con dos de su dedos.

Este chico era otro nivel, me llevaba al maldito límite como a él le daba la gana y yo perdía el control con tan solo una caricia.

Metió los dos dedos en mi interior y yo me mordí la lengua para no gemir de nuevo.

Sus dedos y su lengua iban al compás, llevando un ritmo frenético que me hacía removerme en el colchón, llevándome al límite sin parar.

Mi cuerpo se estremeció por completo y me dejé llevar contra su boca y sus dedos.

Se separó unos segundos después, con una sonrisita triunfante y se levantó para rebuscar algo en su mesilla de noche.

Sacó un condón y se lo colocó.

Yo sonreí al verle moverse y me moví primero.

- Pablo.. déjame ayudarte. -ronroneé y él abrió mucho los ojos.

Lo senté en la cama y me senté a horcajadas sobre él, llevando su miembro hasta mi entrada y bajando mis caderas para meterlo por completo en mi interior.

Esta vez fue él el que gimió con fuerza y estampé mi boca con la suya para callarlo.

- Silencio, Pablo. -sonreí sobre sus labios y él me apretó más contra su cuerpo mientras yo me mecía arriba y abajo sobre su miembro.

- Silencio, ángel. -murmuró él tirando la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados, disfrutando de como yo me movía sobre él.

Me aferré a sus hombros y empecé a acelerar el ritmo cada vez más, jugando con él, subiendo, bajando, besando su cuello, su boca y tirando de su pelo hacia atrás, causándole gemidos sordos que se le escapan sin querer.

Estaba en el puto paraíso.

Sentí que empezaba a tensarse contra mi cuerpo y sonreí.

Estaba llegando.

Así que no dudé en acelerar el ritmo y dejar que perdiese el control.

Apretó mi culo con fuerza cuando llegó al orgasmo y yo gemí contra su cuello al llegar unos segundos después.

Salió de mi, tiró el condón y vino al instante a abrazarme.

Nos metimos debajo de las mantas y me acurruqué contra su pecho.

Sus ojos brillaban con la poca luz que entraba desde fuera, en la oscuridad.

Pasé mi dedo por su cara, por su mejilla y perfilando sus labios con suavidad.

Gavi se acercó a mi y me besó con cuidado, un beso lento, lleno de amor, que me hizo sonreír como una niñita pequeña.

Al separarnos, me abrazó y yo cerré los ojos.

- Te quiero, Valeria. -lo escuché murmurar, pero mi cuerpo ya se había rendido al sueño y dejé de escuchar o ver nada más, dejándome caer en sus brazos y durmiendo toda la noche del tirón.

Silencio +18 - GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora