O12. Fire II || Joel Miller

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Caminar cargando a un ser en mis entrañas se volvió complicado a medida que pasaban los días

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Caminar cargando a un ser en mis entrañas se volvió complicado a medida que pasaban los días. Aún podía escuchar a Joel recriminándome y a Ellie gritar que volviera mientras forcejeaba contra Joel para que la dejara ir. La pequeña había sentido la pérdida de dos personas que lograron empatizar con ella, ahora, sólo quedaba Joel, y pese a que no la quería, sabía que con él estaría mejor que conmigo. Ambos estarían mejor sin mí. El bebé, en un futuro, nos traería problemas y dentro de mi egoísmo, prefería enfrentar el problema yo sola.

Caminé durante días, y noches también. Me arriesgué al registrar cada casa que encontraba con el fin de poder encontrar algo de comida, ropa y un cobijo temporal. Me esforcé en mantenerme en pie, en seguir caminando y olvidar que algún día estuve con Joel. Él, aun dolía.

El día estaba nublado, alcé la mirada y observé las nubes. Debía encontrar algo para poder guarecerme. Seguí buscando, pasando por bosques para finalmente, encontrar una casa en medio de la nada. Miré atenta tras un árbol. La chimenea estaba encendida y fuera, había conejos colgados listos para ser faenados. Me saboreé al imaginar aquellos animales en un posible horno. Tenía hambre, y sabía que la personita en mi vientre, también lo tenía.

Toqué mi vientre que ya sobresalía y suspiré. Aún llevaba la caja de pastillas abortivas.

Di un paso y cómo si fuese un rayo un dolor punzante se alojó en mi tobillo, obligándome a gritar de dolor. Caí al suelo de rodillas mientras buscaba el objeto que tenía incrustado en mi pie. Una trampa para osos, pero más pequeña. Sus dientes estaban aferrado al hueso. La sangre se volvía cada vez más espesa y con ello, la desesperación comenzó a llevarme al abismo. Caí sobre la dureza de las ramas y cerré los ojos, dejándome llevar por la anestesia de un dolor indescriptible.

—¡Está embarazada! Steve, no la podemos dejar ahí. —Murmuraba a lo lejos la voz de una mujer. La voz de un hombre se mezclaba con ella. Estaban discutiendo. Volví a dormir, y esta vez, me dejé llevar por la muerte.

***

Me levanté de la cama. Estaba agotada. Mi cuerpo lo sentía pesado, incluso mis pensamientos pesaban dentro de mi cabeza. Hice el intento y posé mis pies descalzos sobre el piso de madera. Busqué mi ropa y me la puse. Era invierno, fuera el panorama desde la ventana de mi habitación era hermosa. Los copos de nueve caían uno tras otro, y a lo lejos, el sol tierno abrasaba con la esperanza de darnos el calor adecuado.

Bajé las escaleras, con la intensión de saludar a los ancianos que comían en la cocina. Ambos reían divertidos.

—Despertaste, _____________. Ya te iba a llevar el desayuno a la cama. —Me dijo Irma. La mujer lucía una sonrisa tierna. Me sirvió una taza de leche. —¿Has descansado?

—Sí, bastante. —Sonreí. Toqué mi vientre y el ser en mi interior se movió vigoroso. Calculábamos llevaba ocho meses. Tomé un sorbo de la leche y sonreí en aprobación. Ese día, sería distinto. Mi viaje emprendía a nuevos horizontes.

Pedro Pascal - Joel Miller || One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora