ix. aunque yo esté roto, mi corazón no se resigna

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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐈𝐗
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𝐀𝐔𝐍𝐐𝐔𝐄 𝐘𝐎 𝐄𝐒𝐓𝐄́ 𝐑𝐎𝐓𝐎,
𝐌𝐈 𝐂𝐎𝐑𝐀𝐙𝐎́𝐍 𝐍𝐎 𝐒𝐄 𝐑𝐄𝐒𝐈𝐆𝐍𝐀








── Lo'aks p.o.v

—¿Quieres ir a montar en Ikran conmigo?— Me atrevo a preguntar al notar que la conversación que estábamos teniendo no iba para más.

Desde hace un tiempo quería invitarla porque sabía que le gustaría, pero no lo había hecho por la pelea que tuvimos. Y al estar las cosas bien entre ambos ahora, no existía razón por la cual no preguntarle.

—Pensé que nunca me lo pedirías—. La sonrisa que me regala es suficiente para indicarme que quería hacerlo.

Intento no pensarlo mucho y la tomo de la mano para llevarla a donde sabía que mi Ikran estaba. El escucharla reír me da algo de tranquilidad por mi acción, dejándome seguir con el camino.

No tardamos mucho en llegar, y al segundo en el que me acerco al animal, siento como Tahlía suelta mi mano. Volteo a verla con curiosidad por lo que había hecho, notando como su cuerpo se había tensado un poco.

No tuve que preguntar para entender el porqué estaba así. Aunque a ella le emocionara esto de volar en Ikran, el ver al animal de frente era algo completamente distinto. Sabía que le asustaba un poco el tenerlo tan cerca. Los Ikran eran animales que se veían agresivos, pero ella no tenía nada que temer.

—No va a hacerte nada—. Me acerco al animal mostrándole que estaba bien, que era seguro. —Ven—. Extiendo mi mano hacia ella, indicándole que la tomara. Aunque lo duda un poco, me hace caso. Sonrío al sentir de nuevo su piel contra la mía y con cuidado acerco su mano a la cabeza del Ikran, dejando que lo acariciara. —¿Lo ves?

Al verla sonreír por la bajo y conseguir más confianza, dejando el miedo atrás, creo el vínculo con el animal. El pequeño rugido que hace al sentirlo, logra que Tahlía se asuste levemente.

Río sin que ella me escuche y subo al Ikran sin mucho esfuerzo. Vuelvo a mirarla y noto como se había alejado de nuevo, todavía con algo de miedo en su rostro.

—Vamos, Tai—. Le ofrezco mi mano de nuevo, intentando darle algo de ánimo. Se queda unos segundos en silencio, dudando en sí en serio hacer esto o no. Al final termina accediendo, tomando mi mano y subiéndose al Ikran con mi ayuda, justo detrás de mí.

—Si muero va a ser tu culpa—. Murmura en mi oreja y a pesar de que causa escalofríos por toda mi espalda, logro ocultarlo con una carcajada.

Al segundo en el que el Ikran comienza a volar, alejándose de la aldea, siento como Tahlía enreda sus brazos por mi cintura, agarrándose con fuerza para no caer. Intento ocultar todo lo que eso causaba en mí para no incomodarla, era lo último que quería.

Durante unos minutos, viajamos en silencio. Quería que se acostumbrara un poco a la sensación. La escucho suspirar y su agarre en mi cuerpo se relaja un poco, dándome a entender que estaba más tranquila y que todo esto le estaba gustando.

Me ponía feliz hacerla feliz.

En un momento, la siento apoyar su cabeza en mi hombro, comenzando a disfrutar del paisaje que tenía frente a ella. Me es imposible no soltar un suspiro bajo por su repentina acción. Como me encantaba tenerla así de cerca.

—¿Todo bien?— Pregunto volteando a mirarla, intentando asegurarme de que ya no estuviera tan asustada como antes.

—Todo perfecto—. Aleja su cabeza de mi hombro, sonriéndome ampliamente para luego cubrir su boca con ayuda de sus manos, como siempre lo hacía. —Lo'ak, ahí—. Toquetea mi brazo para llamar mi atención mientras su mirada viaja a una bahía que estaba debajo de nosotros.

𝗡𝗢𝗩𝗢𝗖𝗔𝗜𝗡𝗘, lo'akDonde viven las historias. Descúbrelo ahora