𝗡𝗢𝗩𝗢𝗖𝗔𝗜𝗡𝗘, lo'ak

xix. en cada mesa te guardaré un lugar, amor

𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐈𝐗
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𝐄𝐍 𝐂𝐀𝐃𝐀 𝐌𝐄𝐒𝐀 𝐓𝐄
𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃𝐀𝐑𝐄́ 𝐔𝐍 𝐋𝐔𝐆𝐀𝐑, 𝐀𝐌𝐎𝐑

── Lo'aks p.o.v

Ya casi un mes desde que estoy con Tahlía y todavía no podía creerlo. Todo era mucho mejor de lo que alguna vez pude haber soñado. Y no sé cómo era posible que una mujer como ella estuviera con alguien como yo, pero le agradecía infinitamente por haberme dado una oportunidad.

Siendo sincero, este tiempo había sido suficiente para hacerme caer en cuenta sobre el como me sentía en realidad sobre ella. No solo me gustaba, no solo estaba enamorado de ella, la amaba. Y no podía ocultárselo más.

Lo que ella significaba para mí se salía de mis propias palabras. Gracias a ella, volví a disfrutar de mi vida y de cosas que había olvidado que me gustaban. Estaba feliz. Luego de muchísimos años, volví a ser feliz.

Querida demostrarle que era debido a ella.

La había invitado a nuestro lugar especial y a mi suerte, había dicho que sí. Pasamos unos horas ahí, hablando sobre temas triviales y de vez en cuando me explicaba cosas sobre la tierra que yo desconocía.

Me gustaba tanto poder hablar con ella de manera tan tranquila. Sin miedo a que se burle de mí o a qué comience a creer que soy un idiota. Me sentía cómodo, cosa que no solía pasar y sabía que podía ser yo mismo cuando se trataba de ella, algo que solo me hacía amarla más.

Creo que es imposible explicar lo que es para mí que luego de pasar años siendo el raro del lugar y estando rodeado de personas que se burlan de mí, llegue alguien que me quiera por quien soy y que incluso le guste eso de mí.

Ahora nos encontrábamos en un silencio cómodo, tan solo disfrutando de la compañía del otro. Estábamos sentados el uno junto al otro, yo apoyaba mi espalda en el tronco del árbol mientras ella apoyaba su cuerpo en mi pecho, dejando su cabeza sobre mi hombro.

Enredo mis brazos en sus caderas para pegarla un poco más a mí, sintiendo como su calor corporal comenzaba a mezclarse con el mío. Ambos veíamos el bonito atardecer que comenzaba a formarse frente a ambos. El haber encontrado este lugar tan precioso hacía que todo esto fuera mucho más especial.

Porque era ella con quien lo compartía.

—¿Recuerdas la conversación que tuvimos sobre el sentido de la vida?— Quería decirle el como me estaba sintiendo y desde hace un tiempo ya había planeado el como quería hacer. —No creo que tengas razón—. Ella voltea levemente su cabeza, mirándome para poder estar más cómoda a la hora de hablar. —No amo eso.

Lo había pensado mucho, el como ella me había dicho que su razón de vivir era el enamorarse y amar pequeños detalles que le hacían sentir viva. Pero siendo sincero, así no funcionaba mi mundo. Para mí, otras cosas eran las que me daban un sentido de vida y no solía disfrutar esas cosas tanto como ella.

—¿Nunca pensaste qué estabas hecho para amar esos pequeños detalles?— Su voz sonaba tranquila y eso hacía que me llenara más de valor para decirle la verdad sobre mis sentimientos.

—Creo que estoy hecho para amar cosas más grandes—. Aprovecho tenerla tan cerca para dejar un beso corto en su mejilla, haciéndola reír por lo bajo. Necesitaba verla a los ojos para sentirme más tranquilo. Aunque estuviera seguro de que esto era lo que quería, tenía miedo del cómo podía reaccionar.